Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 29 de junio de 2025
Don Baldomero II, que así es forzoso llamarle para distinguirle del fundador de la dinastía, heredó en 1848 el copioso almacén, el sólido crédito y la respetabilísima firma de D. Baldomero I, y continuando las tradiciones de la casa por espacio de veinte años más, retirose de los negocios con un capital sano y limpio de quince millones de reales, después de traspasar la casa a dos muchachos que servían en ella, el uno pariente suyo y el otro de su mujer.
Cuando dió Acosta este tratado á la estampa, se ocupaba en componer otro mayor i mas copioso para hablar á la larga de las mas de las yerbas, plantas, frutos, aves i animales, así terrestres como acuáticos que habia en las Indias orientales, no dibujados aun en aquella edad, i de los cuales mui poco había hasta entonces escrito por médicos i filósofos.
Sí, prima respondió Rafael ; y sabe serlo, como una gran señora que es. Su riqueza no es como la del que se enriqueció ayer, que a manera de torrentes, corre, se precipita y pasa, haciendo gran estrépito. Allí la opulencia mana blandamente y sin ruido, como un río profundo y copioso, que deriva sus aguas de manantiales permanentes.
La dió un beso más apretado en la frente y se puso a llorar, con sollozos convulsivos que sacudían todo su cuerpo. Entonces, Susana se asustó. ¿Qué tienes, mamá? ¿qué ha pasado? Misia Gregoria no contestaba; su llanto era tan copioso, tan sentido, que no podía hablar. Y Susana, afligida, repetía: Mamá, ¿por qué lloras? dime, ¿por qué?
Poseía el mago un copioso botiquín de estas pociones, y eran las más prodigiosas el elixir diabólico, con el cual se iba al aquelarre y al infierno, se oía la misa negra y se conversaba con los demonios y con los precitos; el elixir místico-celestial, con el cual se veía el cielo cristiano con todos sus purísimos deleites; y el elixir heróico-afrodisíaco, por cuya virtud se lograba el favor de las huríes y se gozaban los placeres del paraíso de Mahoma.
De lo que después se hubiere de hacer, cuando de Guadalupe vuelva lo sabréis, porque el tiempo me habrá dado lugar de que piense y escoja lo mejor que me convenga." Aquí dió fin a su razonamiento la lastimada peregrina, y principio a un copioso llanto, que, en parte, fué consolado por las muchas y buenas razones que mi mujer le dijo.
No obstante, les predicó el santo varón la fe de Cristo con tanto fervor y espíritu, que si él no pudo luego reducirlos, viniendo poco después otro Misionero sacó de ellos fruto muy copioso. Y aunque el apostólico Padre se hacía tan cruda guerra á sí mismo, siempre le parecía todo poco por el ansia de padecer siempre más y más.
Anochecía, seguía lloviendo, los mozos de servicio encendían dos o tres luces de gas en el salón, y Quintanar conocía por esta seña y por el cansancio, que le arrancaba sudor copioso, que había hablado mucho; sentía entonces remordimientos, se apiadaba de Mesía, le agradecía en el alma su silencio y atención, y le invitaba muchas veces a tomar un vaso de cerveza alemana en su casa.
Dando libre expansión a los sentimientos que llenaban su alma, prorrumpía en exclamaciones admirando la Naturaleza, daba gracias a Dios y vertía copioso llanto de gratitud hacia su padre. Era una flor más entre aquellas de que estaba rodeada; un hermoso lirio, humedecido por el beso del rocío.
Y concluidas las misas, se iban por la calle Mayor adelante en busca de emociones puras, inocentes, logradas con la oficiosidad amable del uno y el dinero copioso de la otra. No siempre se ocupaban de cosas de comer. Repetidas veces llevó Estupiñá cuentos como este: «Señora, señora, no deje de ver las cretonas que han recibido los chicos de Sobrino... ¡Qué divinidad!».
Palabra del Dia
Otros Mirando