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Sin embargo, el elixir de amor que gota a gota iba dejando caer Clementina en sus labios, llegó al fin al corazón. Cuando menos lo pensaba se encontró enamorado, loco. Pero al tiempo que hizo este descubrimiento le acometió una vergüenza inmensa; pensó que jamás tendría el valor de declarárselo.

De donde infería aquel ilustre heraldo del romanticismo, y con frase elocuente declaraba, que la verdad artística no era otra cosa que el conjunto ideal de las principales formas de la naturaleza, una especie de tinta luminosa que comprende sus más vivos colores, una manera de bálsamo, de elixir o de quintaesencia extraída de los jugos mejores de la realidad, una perfecta armonía de sus sonidos más melodiosos.

Además, la relación de los medicamentos a las enfermedades era toda una magia para Bonis, y la idea del veneno y del elixir completa mitología milagrosa e infinitesimal; quiere decirse, que por gota de más o de menos del líquido más anodino, podía, según él, reventar el paciente o ponerse sano en un periquete.

Tal vez era fábula cuanto había oído contar a los letrados de la primera expedición mística al Fusang de los discípulos de Fo en busca de un elixir que los hiciese inmortales. Tal vez eran fábulas también otras expediciones ulteriores.

Al salir de la entrevista empezó a sentir una extraña descompostura de estómago, que le sugirió la idea de consultar a un médico amigo suyo, quien, informado por él de haber tomado una copa de licor que se le brindó, le dió un elixir que le hizo arrojar oportunamente el arsénico que el licor disimulaba.

Mientras ellas se quejaban amargamente de los estragos que los años iban causando en su figura y su salud, pensaban que su hermano había detenido el curso de las horas, había hallado un elixir para mantenerse eternamente joven. Manuel Antonio era metódico en sus visitas. Había unas cuantas casas a las cuales asistía diariamente y siempre a la misma hora.

Es un elixir exquisito, en cuya composición entran el nepenthes que dio Elena a Telémaco para disipar su melancolía; la flor del cáñamo de la India; el soma o licor divino de los antiguos brahmanes; el hongo de Siberia que infunde furor bélico, y el zumo de las mandrágoras, con que Lía amó y deseó con mayor vehemencia a Jacob y se hizo de él amada y deseada.

Todo es equivalente, salvo que Hannele no toma antes ningún elixir; se remoja sin precaución y muere. Pero no divaguemos y digamos algo del maestro de Palmira, que, en punto á extravagancia, echa á Hannele la zancadilla. El drama de Adolfo Wilbrandt parece fundado en el budismo esotérico, que hoy priva y está en moda bajo el nombre de teosofía.

Sintió el marino á los pocos momentos un afecto paternal por estos tres jóvenes, á los que apodaba «los tres mosqueteros». Quiso obsequiarlos con lo mejor que, tuviese el mercanti, y éste sacó á luz una botella de champaña, ó más bien de tisana de Reims, presentándola como si fuese un elixir fabricado con oro.

Pronto manifestó su familiaridad con la ponderosa é imponente maquinaria de la antigua medicina, en la que cada remedio contenía una multitud de extraordinarios y heterogéneos ingredientes, compuestos con tanto trabajo y esmero como si se tratara de obtener el Elixir de Vida.