United States or Belarus ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y por último, se abre una senda ó escala, inundada de luz y cubierta de flores, y el maestro de escuela, convertido en Jesucristo, toma de la mano á Hannele y se la lleva al cielo, caminando en triunfo con ella, bajo arcos de verdura que forman dos hileras de ángeles, cruzando los ramos de palmera que sostienen en sus blancas manos.

La madre de Hannele viene á consolarla, como si fuera una santa; el maestro de escuela, que había inspirado á Hannele un delicadísimo amor de adolescente, se convierte en Jesucristo, como para darle la mano de esposo; matizados y luminosos coros de ángeles cantan melodiosamente muy lindas canciones, ofreciendo á Hannele toda clase de regalos y de cosas exquisitas, suculentos manjares y hasta confites.

Ninguno de los elixires, con todo, hacía el menor efecto, si de antemano no era poderosamente sobreexcitada la médula espinal, valiéndose para ello de la funi-fantasmagórica, nombre que él daba á una horca primorosa é ingeniosísima, de la que se escapaba á tiempo sin morir y donde el ahorcado realizaba por estilo fantástico los ideales todos. Hannele, en vez de ahorcarse, se remoja.

A mi ver, el fenómeno es tan curioso, que merece detención y estudio. Hannele es el título del drama de Hauptmann. Cabe interpretarle como una leyenda llena de fe religiosa ó como la expresión del pesimismo más ateo y desesperado. Parte del público entiende lo primero, pero otra parte se inclina á ver en el drama lo segundo. Hannele es una niña enfermiza y nerviosa que apenas tiene quince años.

Catulo, en su tiempo, en la vida real, hallaba á los hombres indignos del milagro; mas no por eso desterraba el milagro de la poesía: toda la narración que termina con los dos versos que cito, es una larga serie de milagros. En Hannele el Sr.

Toda la acción del drama es la agonía de la niña moribunda. Las visiones de su cerebro salen fuera de él, toman forma y cuerpo y se presentan al público en la escena, merced á la poderosa imaginación del dramaturgo y á la habilidad del tramoyista, de los pintores y de los sastres. El tirano padrastro aparece aún, en aquel sueño, para atormentar á Hannele.

Huérfana de madre, vive en poder de su padrastro, menestral rudo y feroz, borracho casi siempre, que maltrata de palabra y obra á la niña, le da mal de comer y la obliga á trabajar de continuo. Hannele llega al extremo de la desesperación, y en horroroso delirio se arroja á un estanque, buscando la muerte.

Al cabo cesa la música, los resplandores se extinguen; la visión celestial se disipa. Vuelve á aparecer la inmunda casa de los pobres y el angosto lecho en que Hannele está postrada. Entra el médico en escena; mira á la muchacha y dice: ¡Está muerta! Así acaba el drama.

Todo es equivalente, salvo que Hannele no toma antes ningún elixir; se remoja sin precaución y muere. Pero no divaguemos y digamos algo del maestro de Palmira, que, en punto á extravagancia, echa á Hannele la zancadilla. El drama de Adolfo Wilbrandt parece fundado en el budismo esotérico, que hoy priva y está en moda bajo el nombre de teosofía.