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Actualizado: 8 de julio de 2025
Quien en el trato ordinario no respeta la hacienda ajena, ¿creeis que procederá con pureza cuando maneje el erario de la nacion? El hombre de mala fe, sin convicciones de ninguna clase, sin religion, sin moral, ¿creeis que será consecuente en los principios políticos que aparenta profesar, y que en sus palabras y promesas puede descansar tranquilo el gobierno que se vale de sus servicios?
Pero cada uno debe reposar en sus convicciones, y no descender a justificarse de lo que cree firmemente y sostiene de palabra y obra. Así, pues, diré en despecho de quienquiera que sea, que la gloria de haber comprendido que había alianza íntima entre los enemigos de Rosas y los poderes civilizados de Europa, nos perteneció toda entera a nosotros.
En la conciencia de todas las señoras presentes brotó al mismo tiempo la idea de que aquella era la llamada a ser la presidenta, porque a todas se imponía la marquesa por diversos conceptos: las sensatas y honradas admiraban en ella el tipo de la gran señora de virtud y de prestigio, digna y afable, que, firme en sus convicciones en medio de una sociedad frívola y corrompida, imponía sobre todos, callando siempre, la poderosa crítica del buen ejemplo.
Entre esta turba de cuervos negros y pardos, no faltaba algún tribuno ultramontano, pedante atorado de suficiencia, orador sibilino y hueco, gran momia literaria, rellena de Blair y Hermosilla, specimen del gongorismo español, que, sentado en el carruaje de duelo, como si lo hubiesen clavado en una estaca, mantenía su gravedad solemne como para aparentar la profunda desolación que le causaba la muerte de aquella vieja cuyas virtudes corrían al fin parejas con la sinceridad de sus convicciones religiosas.
Si eres de esos continuó Elías, vuelve á tu pueblo y no hables de mí; no digas que me has visto; no creas que existo; y es verdad: para ti he muerto. Pero deje usted que me explique... ¿Qué vas á decir? Yo pienso ... usted comprenderá que yo tengo mis ideas ... he leído y tengo convicciones, sí, señor; estoy profundamente convencido....
Á cada momento tendré que observar que si se me acoge es por tolerancia y que las simpatías que se me demuestren son forzadas. Será, pues, más digno retirarme de una sociedad que no estaría abierta para mí más que por caridad. Si mis convicciones no me impusieran el retirarme del mundo, me lo aconsejaría mi orgullo.
A Abde-r-rahman se lo debeis todo. No ofendais pues sus ocios con vuestra desobediencia, ni sus oidos con las injurias que contra el profeta sumo proferís: tributadle el honor y alabanza debidos, y reverenciad en él á uno de los reyes mas justos y grandes de la tierra. ¿Qué exige de vosotros? ¿Os pide por ventura que abjureis vuestras creencias y que le ofrezcais el sacrificio de vuestras íntimas convicciones?
He aquí a lo que está reducida la religión en las campañas pastoras: a la religión natural; el cristianismo existe, como el idioma español, en clase de tradición que se perpetúa, pero corrompido, encarnado en supersticiones groseras, sin instrucción, sin culto y sin convicciones.
El maestro Raimundico, por consiguiente, como era o había sido zapatero y como nunca había sido humilde, se estimaba en mucho más que Séneca, sobre todo en lo tocante a utilidad y arte de la vida. Despreciaba o aparentaba despreciar la oratoria; pero, sin darse cuenta de ello, y dejándose arrebatar de sus convicciones, echaba amenudo discursos, si bien, más que floridos, enérgicos y breves.
He querido sólo decir, señores jurados, que la señora Karaulova no renunciará a sus convicciones aunque se le amenace con hacerla quemar en una hoguera y con todos los horrores de la Inquisición, lo que, por fortuna, es imposible en nuestra época. En la persona de la señora Karaulova vemos, señores jurados, algo así como el reverso de la mártir cristiana.
Palabra del Dia
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