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Actualizado: 16 de junio de 2025
No de vindicta de infamias inultas tu epifanía camino me traza; yo te adivino las ansias ocultas: quieres la suerte saber de tu raza. ¡Cómo decirte que un huésped ingrato, hábil en agios y en constituciones, rota la suya, mediante un contrato, es nuestro dueño por veinte millones!
Sí, mujer; pero ya no podrá ser hasta mañana, porque este marido tonto que me ha dado Dios, salió antes de las ocho a tomar la casa y avisar el carro, y ya ve usted a qué hora se descuelga por aquí, con todo ese cuajo, sin haber hecho nada. Bastante he corrido, chica: A las nueve entraba yo en casa de mamá con el contrato para que lo firmara.
Bastarla para probarlo tener a la vista el contrato de compañía celebrado en Panamá, a 10 de marzo de 1525, entre el clérigo Luque, Pizarro y Almagro, que concluye literalmente así: «Y porque no saben firmar el dicho capitán Francisco Pizarro y Diego de Almagro, firmaron por ellos en el registro de esta carta Juan de Panés y Alvaro del Quiro».
Mataré, gozaré después de aquel amor inefable, infinito, que no he catado nunca y que ella me ofreció en cambio del sacrificio que le hice de mi razón, y luego nos consagraremos ella y yo a hacer penitencia y a pedir a Dios perdón de nuestra culpa. ¡Bonito programa, sí, señor, bonito contrato! Sólo que ya no puede realizarse, porque falta una de las partes. ¿Qué parte?
Presumo que el Igurey que pretenden los Lusitanos, es el Arroyo Garey que entra en el Paraná por el occidente, bajo del Salto grande, y que se fundan unicamente en la semejanza del nombre: pero no tienen razon, respecto á que los Reyes hicieron el tratado ó contrato penúltimo en la segura creencia y convenio de que el rio Igurey, sea el que fuere, se hallaba sobre el Salto grande del Paraná; y sin mas motivo que estar dicho Garey bajo del Salto, se despreció en dicha demarcacion, segun consta expresamente del diario de sus comisarios.
Hacen su contrato con ellas, pagando parte del precio, cuando son muy jóvenes, y muchos años antes que tengan la edad competente, para casarse. A cada indio es permitido tener cuantas mugeres pueda comprar ó mantener. Las viudas ó huerfanas tienen libertad de casarse con quien quieran, las demas estan obligadas á someterse al contrato de venta, aun contra su inclinacion.
En grandes barcas que de antemano contrató Narada, Morsamor había pasado el Ganges, y había ido hacia el nordeste, esquivando los sitios poblados. Con él iban, todos a caballo, Tiburcio y los sesenta valientes devotos a su persona. En ligero palanquín que veinte robustos negros sostenían y llevaban turnando, iba la bella Urbási, asistida sólo por su sierva favorita Rohini.
No queremos estorbar ni escandalizar y por eso nos quedamos en Melinda. Hemos celebrado un contrato con el Rey Feridún y con el príncipe Rustán, los cuales, bajo palabra de honor, corroborada por solemnes juramentos, nos dejan en completa libertad de largarnos donde se nos antoje, si dentro de seis meses nos hartamos de ser el adorno y el esplendor de su corte.
Desde entonces empiezan a llegarnos libros europeos que nos demuestran que Voltaire no tenía mucha razón, que Rousseau era un sofista, que Mably y Raynal eran unos anárquicos, que no hay tres poderes, ni contrato social, etcétera, etc. Desde entonces sabemos algo de razas, de tendencias, de hábitos nacionales, de antecedentes históricos.
Hace veinte años que este pobre señor Hardoin es fiel a su despacho por no renunciar a esa preciosa vecindad, esperando que el mejor día la señorita Raynal se equivoque de puerta y se meta en su casa para no salir más. Hasta se dice que tiene encima de la mesa un contrato enteramente redactado en el que sólo falta una firma... Ríase usted, señor Neris.
Palabra del Dia
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