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Actualizado: 16 de junio de 2025


El primero, por orden cronológico, entre los estudiados ya, es una carta, en cuya dirección escrita en el respaldo se lee la fecha correspondiente al año 873 de nuestra Era. Hay después un fragmento de contrato del año 909.

Sin embargo, el honor y la palabra dada me imponían límites que no pude ultrapasar. El contrato, á pesar de todo, quedaba aún suficientemente ventajoso para que un hombre dotado de alguna elevación de espíritu y animado de una verdadera ternura por su futura, pudiese aceptarlo con confianza. ¿El señor de Bevallan, sería hombre capaz de ello? Debimos correr riesgo.

Hacemos un contrato aleatorio; jugamos con nuestro porvenir; de suerte que, si alguna vez tenemos el gusto de mejorar de fortuna, este gusto se acibarará con el disgusto de deber realmente cuatro a quien no nos prestó más que uno; de proporcionarle una moderada ganancia de 400 por 100 en el capital. Entre tanto, los intereses que pagamos son por lo menos de un 12 por 100.

Después recostándose en una butaca y levantándose las gafas por la frente para mirar más a sus anchas las facciones varoniles del joven oficial, dijo: Vamos a ver, señor misterioso, ¿tienes la intención de hacerme redactar tu contrato? ¿Yo? ¡Qué disparate!

Al acabar de decir estas palabras, extinguiose su voz; Isabel le tendió la mano con ternura, y Fernando se apresuró a enjugar las lágrimas que no había podido contener. Entretanto, el señor Perico permanecía de pie con una pluma en la mano y sin atreverse a hablar. Juanita concluyó tranquilamente la lectura del contrato.

Pudo adquirirse á seguida una lancha de vapor por 1.000 pesos, y se contrató la compra de 2.000 fusiles á razón de $ 8'50 uno, con 200.000 cartuchos á razón de $ 33'50 el millar.

Entre tanto se leía el contrato de la Unión, y a pesar de que el sol no estaba en el zenit ni mucho menos, la gente arracimada y prensada producía una temperatura insufrible, y se oían exclamaciones de este jaez: «Nos morimos. Nos asfixiamos. ¡Cuándo vendrá un poco de fresco! Pero, hombre, no nos estruje usté. Ave María, qué bárbaro. Estese usté quieto.

Madre mía, haga usted volver al señor sus presentes, saliendo en seguida con un paso de reina ultrajada. La señora de Laroque la siguió. Al mismo tiempo lancé el contrato en la chimenea. Señor me dijo entonces el señor de Bevallan con tono amenazador hay aquí una intriga cuyo secreto sabré. Señor, voy á decírselo respondí.

»Una camarada es la mujer a quien se prohíbe tener ese encanto femenino que nos cautiva; es la loca que firma riendo un contrato de igualdad, que es para ella un engaño... La camarada es la mujer que renuncia a las consideraciones que da la ternura, a los miramientos que da el respeto y a los matices que da el amor... La camarada es la mujer ante la cual se puede hacer todo, es la mujer con la que nadie debe casarse...

Juanita debía, efectivamente, firmar la semana próxima el contrato, tal como el duque lo había dictado, y el mismo día sería colmada la dicha de los dos amantes.

Palabra del Dia

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