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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Indudablemente le habían soltado lo peor de la ganadería, para hacerle quedar mal. Alguna intriga de los enemigos. Otra sospecha se movía confusa en lo más obscuro y hondo de su pensamiento, pero él no quería contemplarla de cerca, no tenía interés en extraerla de su misteriosa lobreguez. Su brazo parecía más corto en el momento de tenderse con el estoque por delante.
No se acabó de una, sino que tambien esta fábrica sufrió interrupciones, y solo llegó á su término en 1664 bajo la direccion de Juan Francisco Hidalgo. No te describo, amigo lector, su pesadísima arquitectura: en la lámina que representa la puerta de las Palmas puedes á tu sabor contemplarla, bien seguro de que yo no te envidio este deleite.
Comparaba ella la situación a la aventura de flotar sobre mansa corriente perezosa, sombría, a la hora de la siesta; el agua va al abismo, el cuerpo flota... pero hay la seguridad de salir de la corriente cuando el peligro se acerque; basta con un esfuerzo, dos golpes de los brazos y se está fuera, en la orilla.... Ya sabía Ana en sus adentros que aquello no estaba bien, por que ella no podía responder de la prudencia de don Álvaro. «Pero, ¿no estaba segura de sí misma? sí ¡pues entonces! ¿por qué no dejarle venir a casa, contemplarla, mostrar los cuidados de una madre, la fidelidad de un perro?». «Además, quien mandaba en casa era su marido, no era ella. ¿Buscaba ella a Mesía?
La sultana, aunque cada día más altiva y desdeñosa, todavía le consentía apoyar la barba en su regazo y contemplarla largos ratos fijamente. Aquellos ojos ardientes y ávidos demandaban tímidamente una caricia. Petra era cada vez menos expresiva; pero aunque de mala gana y con semblante hosco, aún se dignaba hacérselas.
A primera vista no se observa más que un blanco mate, y sólo al contemplarla de nuevo se empieza á descubrir su iris misterioso, y, como se dice, su oriente. ¿Dónde vivió? Preguntádselo al profundo Océano. ¿De qué vivió? Que responda el Sol. Vivió de luz y de amor de la luz, cual si hubiese sido un espíritu puro. ¡Gran misterio! Mas, ella misma bastante lo da á comprender.
Y el artista que grababa ó esculpía esos rasgos divinizados, comprendía tan perfectamente las virtudes íntimas de la fuente, que, al ver la imagen los ciudadanos que corrían á contemplarla, la reconocían inmediatamente.
Mejor era contemplarla en clara noche de luna, resaltando en un cielo puro, rodeada de estrellas que parecían su aureola, doblándose en pliegues de luz y sombra, fantasma gigante que velaba por la ciudad pequeña y negruzca que dormía a sus pies.
Acuérdate de la pobre sensitiva; ayer quise contemplarla y la encontré marchita, muerta. Haré lo que tú quieras, Magdalena. Siéntate y deja que me siente en este almohadón, a tus pies. Si mi amor te conmueve demasiado te hablaré como un hermano. ¡Gracias, Dios mío!
Ferragut quiso reanudar la conversación, pero no encontró las primeras palabras. Temía parecer ridículo. Le infundía miedo esta mujer. Se dió cuenta al contemplarla con ojos adorantes de los grandes cambios que se habían efectuado en el adorno de su persona. Ya no vestía el tailleur obscuro con que la había visto por primera vez.
Todos sus movimientos, todos sus ademanes, eran tan serenos, tan suaves y reposados, que placía en extremo contemplarla y figurarse que aquellas innatas maneras señoriles respondían a un alto destino, tal vez a un elevado origen. Podía fantasearse mucho sobre este particular, porque Carmencita era un misterio.
Palabra del Dia
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