Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 1 de junio de 2025
De lo contrario, es casi seguro que cuando ya esté muy alta la torre y nos complazcamos y ufanemos en contemplarla, se cuartee por culpa de la base y acabe por hundirse lastimosamente en el ancho foso de tontería que la rodea.
Con perdón de unos y otros, cuyo grande ingenio no desconozco, sigo creyendo que no es todo sombra en la vida y que para pintarla como es realmente precisa arrojar antes la cólera de nuestro corazón, despojarse de toda inquietud y deseo y contemplarla sin prevenciones.
La etiqueta favoreció los deseos de Tarlein; pues mientras yo fui recibido en el salón de la Princesa, él permaneció en la antecámara con la linda Condesa; y no dudo que logró contemplarla y hablarle a su saber, a pesar de las otras muchas personas que allí esperaban. Pero lo más importante para mí en aquel momento era el delicado paso que iba a dar en la dificilísima partida empeñada.
Sintió frío y pidió a Kate un ligero abrigo en que se envolvió pensativa siempre y silenciosa... Seguía aquella luz alumbrando en su alma, y a su reflejo parecióle contemplarse a sí misma por fuera de sí misma, como debía de contemplarla el desconocido Pedro Fernández, sentada en aquel pescante al lado de Jacobo... Instintivamente miró a este, y por primera vez en la vida parecióle lo que no le había parecido nunca: le pareció un cómplice.
Desde que la muchacha le había confesado su afecto, no podía contemplarla con la misma frialdad que cuando sólo era la hija de su amigote el Mosco y comía él las famosas cachuelas sin fijarse en sus miradas. El recuerdo de su buena suerte, del libro encargado por el marqués de Jiménez, que le parecía el primer anuncio de la riqueza, le devolvió su aplomo de hombre superior.
Raro era el año que no vendían alguna finca ó tomaban á préstamo dinero para cubrir el déficit de sus ingresos. Charlaron mucho, muchísimo. Laura no se cansaba de acariciar á su hermana y de contemplarla con ojos ansiosos y húmedos. Recorrieron toda la casa.
Al fin se movió doña Ramona para alejar un poco más la fotografía; y, sin dejar de contemplarla, exclamó con un entusiasmo que no era de esperar en ella: ¡Dios mío, qué criatura más angelical! ¡De verdad es primorosa! dijo don Santiago cogiendo la tarjeta y acercándose al balcón para examinar el retrato más a su gusto.
La joven, viendo a todas horas a estas gentes de aspecto terrorífico y costumbres pacíficas, ya no las tuvo miedo. Las mujeres, por su parte, en fuerza de contemplarla junto a la ventana trabajando en los corsés, acabaron por sentir admiración.
A nuestro joven le pareció tan linda en aquel momento, sin saber por qué, que, después de contemplarla extasiado un rato y sentir cierto cosquilleo tentador por el cuerpo, se arrojó a decir en tono de burla, pero con voz temblorosa: Tú no quieres a nadie más que a mí, ¿verdad, Rosa? ¡Ya lo creo!... Lo mismo que usted a mí. ¿De veras? ¡Vaya! El tono de la joven era irónico.
La belleza de Mabel Blair, al contemplarla de pie, delante de mí, en aquella magnífica mansión, que ahora le pertenecía exclusivamente, era, no hay duda, capaz de trastornar la cabeza de cualquier hombre que no fuese un juez severo o un cardenal católico; muy diferente, por cierto, de la pobre niña, desmayada y sin fuerzas, que por primera vez vi caída, junto al camino, en medio del triste crepúsculo invernal.
Palabra del Dia
Otros Mirando