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Actualizado: 1 de junio de 2025
Y en esto miraba al balcón de su suegra, echando todo el desaliñado busto fuera de la balaustrada. Tremontorio no hacía más que contemplarla por debajo de sus cejas grises, pero, ¡qué celajes de su mirada!
Siguió, cierto, por la calle de Recoletos abajo; mas en cuanto vió cruzar el tranvía se agarró bonitamente a él y subió sin ser notado. Y procurando que la dama no advirtiese su presencia, ocultándose detrás de otra persona que había de pie en la plataforma, se puso con disimulo a contemplarla con un entusiasmo que haría sonreír a cualquiera.
La niña la recibió curiosa y gravemente. Al contemplarla el maestro un día, creyó notar en sus redondas mejillas encarnadas y mansos ojos azules, un ligero parecido a Sofía.
Acusaba al droguero de haberle vendido arsénico falsificado. En su dolor, descuidaba el servicio y se consolaba divagando alrededor de la villa. El objeto de sus paseos era siempre aquella linda propiedad de la cual había sido el dueño en esperanza. A fuerza de contemplarla la conocía hasta en sus menores detalles, como si se hubiese criado en ella.
Idea general de la ciudad. Panorama circunvecino. El tipo sevillano. Costumbres sevillanas. La ponderada hermosura de Sevilla y de la inmensa llanura que la rodea, me hacia desear vivamente la ocasion de contemplarla en su totalidad. Su situacion y configuracion indican naturalmente la ascension á la torre de la Giralda, ante todo, para admirar el panorama entero á vista de pájaro.
Si percibía entre las zarzas alguna madreselva, aunque se arañase las manos, ya estaba saltando á cogerla para ofrecérsela. Otras veces procuraba quedarse atrás para contemplarla á sabor. La condesa sentía sobre su espalda la mirada amorosa del joven, y sonreía. Caminaban por la margen del río, cuyo declive hasta entonces había sido bastante suave.
La condesa y Octavio se habían quedado un poco atrás y siguieron hablando del baile de los duques de Hernán Pérez, ó sea del «mundo del espíritu», como decía nuestro señorito. La horticultura no les seducía. Mas al hallarse en frente de una frondosa y espléndida magnolia, ambos detuvieron el paso para contemplarla.
¡Qué contraste entre esa apariencia de la llanura y el aspecto de la montaña, cuando su cumbre está libre de vapores, y podemos contemplarla en lontananza á través de la pesada atmósfera que gravita sobre las tierras bajas! Hermoso es el espectáculo, sobre todo cuando la lluvia ha arrojado al suelo el polvo flotante y el aire está, digámoslo así, rejuvenecido.
Pero Clementina estaba colocada en una esfera tan alta, que temía su desdén. Bastante era el que le mostraba por el solo delito de contemplarla. Por otra parte, habían llegado a sus oídos rumores que la desacreditaban.
Al sentir intranquila su conciencia, adoraba a Teri mucho más que cuando podía contemplarla sin miedo frente a frente. «La quiero pensó como no la he querido nunca. La traición y la necesidad de hacerse perdonar dan un interés nuevo al amor. Son como salsas picantes que renuevan el gusto de un plato conocido...» ¡Ah, pobre Teri engañada, que tal vez no se enteraría nunca de estas infidelidades!
Palabra del Dia
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