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Allí tuvo ocasión una vez más D. Félix de admirar la habilidad y profundos conocimientos de su primo en materia de horticultura. ¡Qué orden! ¡qué cuadros de coles rozagantes y frescos! ¡qué esparraguera deleitosa! ¡qué primor de albaricoqueros y cerezos colocados en espalera!

Lóndres, el país de la niebla y la tristeza, es sinembargo la ciudad clásica de los espléndidos jardines artificiales. En ellos se revelan no solo el gusto y la sencillez encantadora que imita la naturaleza, sino tambien la opulencia y la universalidad de relaciones de Inglaterra. Es proverbial la habilidad de los Holandeses en horticultura.

Sentía pasión profunda, inmensa hacia la horticultura, á la cual dedicaba casi todos sus ocios; pero era una pasión honrada y platónica, porque D. Primitivo no tenía huerta.

Tornando la vista hácia el interior de Bélgica se contemplan las llanuras del Brabante y Limburgo, donde la agricultura, la ganadería y la horticultura reinan sin competencia; siendo notable el gracioso conjunto de casas campestres, quintas, huertos, jardines y magníficas alamedas que rodean á Ambéres, formándole como un arco de verdura.

Las crias de ganados, aunque estimables, son secundarias por su importancia relativa; pero la horticultura tiene en el país gran desarrollo y produce anualmente mas de 9 millones de francos Bélgica, sobre todo en las provincias flamencas, se distingue por la perfeccion de sus métodos de cultivo, irrigacion y abono.

La albahaca es caprichosa; todas las plantas han de ser regadas, según la buena horticultura, por la mañana o por la tarde; la albahaca pide el riego a mediodía. Esta planta, tan ufana con su agradable aroma, parece una mujer bonita. Los viejos dicen que el olerla produce jaquecas; también las producen las mujeres bonitas.

Ha aprovechado algunas ideas sobre la agricultura y horticultura, y las ha puesto en práctica aquí con tal éxito, que da gusto ver su roza, como él la llama humildemente. No, no es una simple roza aquélla, sino una hermosa plantación de mucho porvenir. Está muy naciente aún; pero ya promete bastante.

La horticultura, tanto en Marianas como en todo el Archipiélago filipino, podría ser mucho más completa de lo que es. Una buena inteligencia combinada con un suelo virgen y una atmósfera impregnada periódicamente y por horas de humedad y calor, no es posible dejara de encontrar en raros productos verdaderas fuentes de riqueza.

La condesa y Octavio se habían quedado un poco atrás y siguieron hablando del baile de los duques de Hernán Pérez, ó sea del «mundo del espíritu», como decía nuestro señorito. La horticultura no les seducía. Mas al hallarse en frente de una frondosa y espléndida magnolia, ambos detuvieron el paso para contemplarla.

Lo cual significa que tanto la espinaca como el perejil «no quieren ser trasplantados». Esta frase es de un viejo tratadista de horticultura; yo creo que hubiese encantado al autor de La Voluntad de la Naturaleza, o sea, Schopenhaüer. También acompaña a estas plantas en sus ideas conservadoras la hierbabuena. Ya el nombre lo dice: es una buena hierba.