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Era un muchacho de rostro largo y amarillo, seco de carnes y anguloso, mirada fija y opaca, cabeza erguida y ademanes reposados, de hombre ya maduro. No era tan aplicado ni tenía las felices disposiciones de su hermano para las ciencias y las artes; mas en cambio poseía una elegancia y una distinción de modales, que tenía completamente subyugado a D. Bernardo.

Pudieran bien decir los doloridos, Estando en San Vicente reposados, Si nosotros no fueramos perdidos, Por ser de nuestra flota ya apartados, O fueramos de hambre consumidos, O muertos de los indios y acabados; Y cierto para haber de guarecernos El medio mas seguro fuè perdernos.

Un tanto reposados, nos pusimos en camino, entrando en Bogotá al caer la tarde. Durante muchos días tuve en el espíritu el cuadro soberano que acababa de contemplar, tan bello, como creo no me será dado ver otro sobre la tierra. La inteligencia Desarrollo intelectual. La tierra de la poesía. Gregorio Gutiérrez González. La facilidad. Improvisaciones. Rafael Pombo. Edda la bogotana. Impromptus.

Todos sus movimientos, todos sus ademanes, eran tan serenos, tan suaves y reposados, que placía en extremo contemplarla y figurarse que aquellas innatas maneras señoriles respondían a un alto destino, tal vez a un elevado origen. Podía fantasearse mucho sobre este particular, porque Carmencita era un misterio.

Antero pensaba que su tío era una buena persona, un militar valiente, pero algo «arrimado á la cola». D. Félix consideraba á su sobrino, á pesar de los triunfos académicos que ostentaba, como un joven superficial, uno de tantos abogados charlatanes como producía la universidad de Oviedo. ¡Qué diferencia entre estos mocosos que hablaban de todo con impertinente suficiencia y aquellos varones antiguos como su primo César, tan reposados, tan profundos, tan macizos!

No, hermano; los pasos del que viene siguen muy reposados, y suenan muy al compás; pero el ramaje, que tanto se inclina y enmaraña por este sitio, roba al alcance de los ojos lo que permite al sentido de las orejas. Si vienen con mucha pausa, es sin duda el doctor y boticario Gorgueran, el médico, que cura por igual todos los miembros del doliente.

Hablaba con voz dulce y ademanes reposados, interpolando en sus palabras una risa discreta, que era el eterno acompañamiento de su conversación. Según Maltrana, este amigo respiraba optimismo y confianza en la vida, esparciendo en torno de su persona un ambiente de contento.

Hasta iba en busca suya, y el conde se dejaba traer, con sus libros de misterios y su prodigioso rosario, sin hablar una palabra de lo que había descubierto en sus viajes. Al ver el príncipe á Lewis después de dos años de ausencia, tuvo que disimular su triste sorpresa. Sólo los ojos, claros, reposados y dulces, recordaban la perdida frescura del gentleman elegante y vigoroso.

Verificábase en Lucía la encantadora transición de niña a mujer; sus movimientos, más lentos y reposados, tenían mayor gracia; al paso que en él, la madurez se trocaba en vejez, más bien que por los años, por la ruina de la organización. Mostrábase Lucía con él tanto más afectuosa, cuanto más le veía roído por los achaques, y cuanto más notaba en su rostro las huellas del padecimiento cruel.

Y después, los mostradores estaban alfombrados con tripes representando todo un jardín zoológico de fieras estampadas, tigres, panteras, gatos monteses y leones rubicundos, reposados majestuosamente sobre paisajes historiados de selvas de lana con que las fábricas de Manchester reemplazaban en nuestras mansiones aristocráticas de entonces la carencia de Aubuisson y de gobelinos.