Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 3 de octubre de 2025
No, hermana mía; es necesario que te resignes con gusto, agradecida al Señor, por el favor que me ha dispensado... Serás buena siempre, ¿no es verdad?... Consuela a papá... No olvides aquellas oraciones que te he dado, ni dejes de leer los libros que te dije... Ven a oír misa todos los días... Procura siempre ser formal y humilde... ¡Ah!, no; Martita no procuraría, no procuraría.
El desenlace de esta pieza, que se presiente ya desde el principio, es que la engañada viuda se consuela casándose con un amante desdeñado por ella, y todos se quedan satisfechos y contentos. En la titulada De fuera vendrá quien de casa nos echará, se observa al principio una imitación de El acero de Madrid, de Lope de Vega, y en su argumento otra de la comedia del mismo, De cuándo acá nos vino.
Espera ser madre y se propone consagrar al hijo de sus entrañas toda la vehemencia afectiva de su corazón, sus pensamientos y la vida y el ser de su espíritu. Así pasa Lully el tiempo, y se consuela con estas ideas y con estos planes, hasta que llega el día del esperado parto. Lully está a punto de morir, y pare un niño muerto. El desengaño no puede ser más completo ni más terrible.
Escudriñando yo hasta los más obscuros rincones de mi vida pasada, no encuentro en ellos ni asomo de ruin bellaquería. Esto me consuela. De ciertos pecados, en que con frecuencia he incurrido, después de absolverme el confesor, me he absuelto yo también.
Voy a poner este chisme sobre la mesa y a escribirles largamente, confesando todo; quiero que me perdonen, porque sin su perdón, no me iría tranquilo... ¿qué dirá de mí, papá? ¡tanto esperar de su Quilito! tengo la pluma en la mano y el papel por delante, y no sé qué decirle; me da vergüenza confesarle que su hijo es un falsificador... no, no se lo diré, no le escribiré nada; vale más irse en silencio, sin despedirse... Romperé esta carta y escribiré dos líneas pidiéndoles perdón, porque sin el perdón no me voy, no me voy... A Susana, sí, una carta muy larga, para que se acuerde de mí, para que rece por mí, ¡qué desgracia la mía! tan feliz que podía haber sido, y no he podido serlo, a causa de esta tendencia maldita, que lo reconozco, me lleva por otro camino que el del trabajo, que, forzosamente, fatalmente, estamos obligados todos a seguir; yo creo que en mí hay algo del tío Agapo, solo que él se contenta con lo que tiene, y no hace nada, y yo he deseado tener más, sin hacer nada... Lo que he puesto el nombre de Susana, la mano me ha temblado: ahora lloro, ¿me faltará valor? ¡ay! no puedo pensar en mis viejos y en ella, sin afligirme... Tiíta Silda, estoy seguro, ha de guardar mi secreto, y si logra recuperar el pagaré, mi falta no la sabrá nadie, nadie más que ella y Dios; esto me consuela, porque la idea de que había deshonrado a mi padre, después de arruinarle, y que él lo supiera, y que Susana lo supiera, y que todos lo supieran, amargaría más mis últimos momentos... ¡Adiós!
Todo se lo iba a llevar la trampa. Había que prepararse. Oh, podrían arrojarla de Vetusta, pero ella no se iría sin llevarse medio pueblo entre los dientes». Por eso mordía con aquel furor que asustaba a su hijo. Fermo, el señorito, pensaba a solas, en su despacho de Fausto eclesiástico. «¡Solo, estoy solo, ni mi madre me consuela! ¿Qué he de hacer?
13 Como el varón a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y sobre Jerusalén tomaréis consuelo. 14 Y veréis, y se alegrará vuestro corazón; y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano del SE
Los buques están encallados, las tripulaciones hambrientas y sublevadas, los indios de Jamaica se muestran hostiles; nada puede esperar ya de los hombres, pero se consuela con visiones celestes que se le aparecen de noche sobre el alcázar de popa y le hablan... También lo admiraba en los peligros del regreso de su primer viaje; peligros en los que le iba algo más que la existencia: la pérdida de la gloria que consideraba entre sus manos.
Por Anselmo sabe la nueva de que Julia se ha envenenado; se convence así de la fidelidad de su amada, y prorrumpe en desesperadoras lamentaciones; Anselmo lo consuela, sin embargo, diciéndole que el supuesto veneno, según asegura Aurelio, ha sido sólo una bebida soporífera, y que Roselo encontrará viva á su esposa en la bóveda en que se entierran los muertos.
De todos modos, me consuela la singular protección que me dispensa, ahora como antes, el Duque de Cantarranas, mi ilustre Mecenas, quien ha podido conseguir de un amigo suyo, dueño de una tienda de ultramarinos, que me compre media edición al peso, y á veinticinco reales la arroba.
Palabra del Dia
Otros Mirando