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Señor D. Juan José de Vertiz y Salcedo, Virey Gobernador y Capitan General de las provincias del Rio de la Plata, &c., para establecer la quietud y sosiego de las que estuviesen conmovidas y sublevadas, siendo una de ellas esta de Tarija y Chichas, halló conveniente hacer saber á los Gobernadores, curas, segundas y demas habitantes de los pueblos de su jurisdiccion, se mantengan sin la menor novedad en sus respectivos domicilios, continuando las tareas, faenas y trabajos, á que se dedicaban antes de los presentes alborotos, porque de lo contrario esperimentarán el mas severo castigo.

Esta situacion á la verdad arriesgada, le obligó á Orellana á pedir algun socorro al capitan de granaderos del regimiento de infanteria veterana de Lima, D. Ramon de Arias, y al coronel de milicias, D. José Moscoso, que con un destacamento de 500 hombres habian salido de Arequipa, y se hallaban á solas nueve leguas de distancia: pero unicamente le contestaron que no tenian órdenes de sus gefes para franquearselo, ni menos quisieron remitirle las municiones y víveres que solicitó comprarles, en el caso de que retrocediesen prontamente; como lo ejecutaron, dejando á Orellana en el centro de aquellas provincias sublevadas, sin mas recursos que los que tenia dentro el corto recinto que ocupaba, donde quedó solo, porque el Gobernador Moya se vió precisado á pasar á Arequipa para curarse las resultas de la herida que habia recibido en el muslo, en el ataque del dia 11 de Marzo.

Los buques están encallados, las tripulaciones hambrientas y sublevadas, los indios de Jamaica se muestran hostiles; nada puede esperar ya de los hombres, pero se consuela con visiones celestes que se le aparecen de noche sobre el alcázar de popa y le hablan... También lo admiraba en los peligros del regreso de su primer viaje; peligros en los que le iba algo más que la existencia: la pérdida de la gloria que consideraba entre sus manos.

La virtud es difícil, mas no imposible: el hombre no la alcanza aquí en la tierra sin mezcla de muchas debilidades que la deslustran; pero no carece de los medios suficientes para poseerla y perfeccionarla. La razon es un monarca condenado á luchar de continuo con las pasiones sublevadas; pero Dios la ha provisto de lo necesario para pelear y vencer.

Uno de ellos fué el Comandante en gefe del cuerpo de Dragones de la expedicion, D. José Reseguin, que salió de Montevideo con la mayor aceleracion; y recibida la instruccion del Virey se puso en camino por la posta, el 19 de Febrero de 1781, con la mira de alcanzar el destacamento que habia salido primeramente, y que llevaba ya dos meses de marcha: y aunque hizo presente á aquel Exmo. no le era nada airoso ir á servir bajo las órdenes de un Teniente Coronel mas moderno, y que solo era graduado, no fué obstáculo para que este oficial practicase cuantos esfuerzos le fueron posibles, á fin de lograr la idea que se habia propuesto, y que consiguió á costa de sus diligencias; habiéndose incorporado en aquellas tropas el 13 de Marzo en el Puesto de los Colorados, que dista 460 leguas de la capital del vireinato, sin que lograsen detenerle los eficaces esfuerzos y ruegos que emplearon los vecinos de Jujuy, y los de muchos españoles fugitivos, que por todo el camino encontraba, quienes le aseguraban estaban ya del todo sublevadas las provincias de Chichas, Ciuti, Lipes y Porco, que median hasta la villa de Potosí y ciudad de la Plata, cuya noticia confirmaba el corregidor de Chayanta, D. Joaquin de Alós, que disfrazado de religioso franciscano, iba huyendo por no caer segunda vez en manos de los sediciosos.

Y tuvo que correr por las montañas de la sierra unos cuantos días, e ir a tiros con las mismas tropas que meses antes había él aclamado cuando pasaban sublevadas por Jerez, camino de Alcolea. En esta aventura conoció a Salvatierra, sintiendo por él una admiración que nunca había de enfriarse.

El hecho de permanecer encerrada en sus acuartelamientos, dejando la ciudad en poder de ellos, les infundía la absurda esperanza de que aún era posible la aparición de Salvatierra, al frente de las tropas sublevadas. Llegaron sin ningún obstáculo a la calle Larga. Ninguna precaución a su llegada.

D. José Reseguin, Teniente Coronel de Dragrones, Comandante en Gefe del cuerpo de esta clase destinado á la plaza de Montevideo y comisionado por el Superior Gobierno de Buenos Aires á la pacificacion de las Provincias sublevadas del Perú. "Hago saber, que habiendo llegado á esta villa de Tupiza con una porcion de gente, de la que ha dispuesto pase á la ciudad de la Plata, el Exmo.

Monteverde llegó á Coro en compañia del brigadier Don Juan Manuel Cagigal y otros jefes militares, llevando consigo dinero, armas y demás necesario para hacer la guerra á las provincias sublevadas; y desde este momento los patriotas, no por falta de valor y decision sino á causa del menor número, fueron estrechados y acosados con mayor actividad cada dia.

El amor al estudio y a las artes hace descontentas o satisfechas, según que el celibato proviene de la libre elección o del encadenamiento de las circunstancias. Estas, según sus tendencias personales, se vuelven entonces resignadas, si son de humor acomodaticio, o sublevadas si pertenecen a la categoría de las violentas. La misma observación respecto de la falta de salud.