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Actualizado: 10 de julio de 2025


Todo en ella es perfectamente vulgar: los tipos, el diálogo, el asunto. «Federico», el protagonista, es un padre modelo y un esposo ejemplar, consagrado á la felicidad de los suyos; su amabilidad, su buena conducta, la dulzura de su carácter, le han granjeado las simpatías del vecindario. Inopinadamente aparece un inspector que, de orden judicial, va á prenderle por falsificador.

Otros, al confesar su insolvencia, invocan el nombre sagrado de la familia, piden plazos, ofrecen una satisfacción probable, entregando su crédito en rehenes, en medio de las lamentaciones en que su dignidad, herida por la desgracia, estalla; pero éste, un falsificador de votos, gran matachín de elecciones, actor principal en todos los enjuagues políticos y picardigüelas de su parroquia, títulos todos que le facilitaron la entrada al Congreso y le aseguraban el ascenso a la primera poltrona ministerial vacante, le había dado con la puerta en las narices, acompañando la acción con estas palabras: Déjeme usted en paz; ¡qué gringo más impertinente y más j...! No tengo dinero, ¿quiere que vaya a robarlo a los caminos?

El documento tiene que firmarlo usted. Querido coronel, no he nacido para falsificador. Sarto sacó un papel del bolsillo. Aquí está la firma del Rey dijo. Y aquí tengo un pliego de papel de calco. Si en diez minutos no consigue usted escribir «Rodolfo» de una manera presentable, lo escribiré yo. Pues escríbalo usted desde luego dije, que mi habilidad no llega a tanto.

¡Ah! ¡Un ensalmador de condenados, reparador de injurias y falsificador de doncellas! Conozco al tal. ¡Pero vos conocéis á todo el mundo, don Francisco! dijo Dorotea. Conócenme á todos; no es mía la culpa; el que en enredos anda, enrédase. Yo creo haber oído hablar de ese Cornejo dijo Dorotea.

De pronto estalló la cólera de Ulises... El oficial holandés, el sabio naturalista, el cantante que se pegó un tiro, y ahora el falsificador de antigüedades... Pero ¿cuántos hombres había en su existencia? ¿Cuántos quedaban aún por llegar?... ¿Por qué no los soltaba todos de una vez?... Freya quedó sorprendida por la violencia del exabrupto. Le daba miedo la cólera del marino.

Palabra del Dia

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