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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Considerábanla de poco entendimiento, docilota y fácilmente gobernable. Verdad que en todo lo que corresponde al reino inmenso de las pasiones, las monjas apenas ejercitaban su facultad educatriz, bien porque no conocieran aquel reino, bien porque se asustaran de asomarse a sus fronteras.
Puede decirse que desde muchos siglos antes de que los navegantes europeos conocieran la existencia de la Australia, iban barcos chinos a las playas septentrionales de ese continente y a las costas de la Nueva Guinea a pescar ese extraño molusco. Impórtasele en enormes cantidades en el Celeste Imperio; pero aún son pequeñas para satisfacer la demanda: tanta es la afición que le tienen los chinos.
Yo creo en la Virgen del Sagrario y un poquito en Dios; ¿pero en esos señores? ¡Si los conocieran como yo...! Pero, en fin, todos hemos de vivir, y lo malo no es tener defectos, sino ocultarlos, hacer la comedia como el sinvergüenza de mi yerno, que ahí donde lo ves, grandote como un castillo, se da golpes de pecho, besa el suelo lo mismo que las beatas, está deseando mi muerte, creyendo que guardo algo en mi arcón, y quita lo que puede del cepillo de la Virgen, y roba las velas y hace trampas en el cobro de las misas, y ya estaría en la calle si no fuese por mí, que pienso en mi hija, siempre enferma, y en los pobrecitos de mis nietos.
El muchacho se fue a su casa como loco. Al ir a tirar del cordón de la campanilla, tuvo que detenerse un momento y hacer propósito de que sus padres no le conocieran en el rostro que le ocurría algo extraordinario. Leocadia le dijo al verle entrar: ¡Chico, vaya un capricho! ¿Te has puesto la mejor ropa que tienes para salir tan temprano?
Como las cosas que se intentan no se consiguen con el éxito que se desea si al mandarlas o persuadirlas no se acompañan con la práctica de algunos actos en que por la experiencia se conozcan los favorables efectos y conveniencias que se le propone, para que desde luego conocieran estos naturales lo que se les había de seguir del aseo, dispuse el que en las casas principales, en la del corregidor, o en las de otros indios principales, no se les impidiese el juntarse a tener sus diversiones caseras cuando hubiera un razonable motivo, y con la decencia y orden regular, a las que no pocas veces asistí yo con mi mujer, y a mi ejemplo asisten siempre los administradores y sus mujeres, con lo que he conseguido desterrar la odiosa separación que había entre españoles e indios, estableciendo el trato y comunicación mutua, no tan solamente en estas ocasiones, sino también en todos los días del año que mutuamente se visitan con los españoles y españolas todas las familias en quien resplandece el aseo; y éste es un poderoso estímulo para animarlos más y más cada día, como se va experimentando.
No es posible averiguar si ha cometido algún otro plagio de la misma naturaleza, ateniéndonos á las obras suyas, hoy existentes; pero se puede suponer que así lo ha hecho, y que, si se conocieran todas sus obras perdidas, se demostraría más cumplidamente este aserto.
¡Cómo se burlarían, si conocieran la verdad, aquellos calaveras que en el Casino relataban sus aventuras amorosas teniendo siempre por prólogo el repentino empujón, la lucha, la posesión violenta a brazo partido al borde de una senda, bajo un naranjo o en el rincón más obscuro de una casa!
A nadie contrariaba; con nadie reñía; tenía el talento de saber callar, siempre temeroso de que le conocieran, empeñado en ser un arcano para todos, sonriendo, poniendo paz, tratando de conciliar sus deseos y sus malas pasiones con los preceptos de la moral más severa, el cumplimiento de la ley divina con la utilidad y conveniencia propias.
En aquel mismo instante subían Barbarita y Estupiñá cargados de paquetes de compras. Jacinta les vio por el ventanillo y huyó despavorida hacia el interior de la casa, temerosa de que le conocieran en la cara el desquiciamiento que aquel condenado hombre había producido en su alma. v ¡Cómo estuvo aquel día la pobrecita! No se enteraba de lo que le decían, no veía ni oía nada.
¿Y quién te dice a ti, bachillera, que Dios manda comprar zapatos nuevos mientras el prójimo anda sin zapatos? Si ese remendón supiera su oficio, parecerían estos una gloria. El Obispo tenía sus motivos para exigir que los remiendos del calzado no se conocieran.
Palabra del Dia
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