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Actualizado: 9 de junio de 2025


Demetria la escuchaba embelesada y de vez en cuando aplicaba un sonoro beso en sus mejillas de rosa. No fué mucho tampoco lo que pudo dormir la zagala aquella noche. Aguardó sin embargo á que su padre la llamase y se vistió como si fuesen á conducirla al suplicio.

Está, pues, fuera de duda, que cuando la fiebre se presenta con todos sus caractéres se la puede detener y aun hacerla abortar: puede estarse seguro de poder dominar sus elementos, de impedir sus manifestaciones mas graves, de conducirla, en fin, dulcemente á la curacion.

Mostrábase más radical y feroz en sus ilusiones que Gabriel, y éste alababa sus audacias de propagandista, sus peligrosas excursiones por las grandes ciudades, entre la policía puesta en guardia, llevando al brazo la caja vieja de sombreros llena de impresos que podían conducirla a la cárcel.

Isidora no dijo nada, y recobrándose marchó hacia la puerta. Abierta con trémula mano la trampilla, salió andando aprisa, cuesta arriba, en busca de la ronda de Embajadores, que debía conducirla a país civilizado. Temía que la vieja iría detrás injuriándola, y no se equivocó.

Nancy sintió entonces una agitación interior que no pudo dominar la firmeza de su propósito al ver adelantarse al señor Godfrey Cass para conducirla a su sitio colocado entre el suyo y el del señor Crackenthorp; mientras que Priscila fue invitada del otro lado, entre su padre y el squire.

Puesto en práctica este proyecto con la primera expedicion que salió de Montevideo, al mando de D. Juan de la Piedra, se descubrió el puerto de San José, donde quedó formado el primer provisional establecimiento; y por la poca agua que llevaban las embarcaciones, falta de caballos, bueyes y mulas para conducirla de las fuentes que se descubrieron, y mala calidad de los viveres, enfermò la gente, y faltó la constancia á esperar los socorros del Rio de la Plata ó del Rio Negro, que á poco tiempo fué descubierto: obligando con los términos mas violentos al comandante D. Antonio de Viedma á que se retirase con casi el todo de la gente, á la plaza de Montevideo, en el paquebot Santa Teresa.

Hallábase realmente conmovido el señor de la Lage: era la primera vez que casaba una hija; sentía desbordarse en su alma la paternidad, y al tomar de la mano a Nucha para conducirla a la cámara nupcial, alumbrándoles el camino Misia Rosario con un candelabro de cinco brazos cogido de la mesa del comedor, no acertaba a pronunciar palabra, y un poco de humedad se asomaba a sus lagrimales áridos, y una sonrisa de orgullo y placer entreabría al mismo tiempo su boca.

¡No! me repuso, la noche me gusta más... vámonos, tiemblo de que el sol me sorprenda en la calle y arrastrándome con fuerza, bajamos la escalera y me obligó a conducirla al toilette. Adiós... le dije estrechándole la mano. Adiós me replicó apretándome la mía en que quedaron impresos sus dedos finos y nerviosos. Al dar vuelta, me encontré con don Benito que acababa de abandonar a su compañera.

Tres años pasó Santiago sin saber a qué atenerse y temiendo siempre lo peor. Yo creo que todo ese tiempo necesitó Ramona para estudiar a fondo las malicias de Santiago y el terreno a que éste pretendía conducirla. Un día le dijo que continuara hablándole de aquello de que había comenzado a hablarla. ¡Como si hubiera sido la víspera!

Lo único que podía hacer era conducirla al Gobierno civil en vez de la prevención y detener el parte al juzgado algún tiempo. Pero el duque de Requena lo era. Por eso Rafael le dijo en voz baja a la Amparo: Mira, chica, lo mejor que puedes hacer es pasar un aviso a Salabert. Si no, estás perdida. Ya se habrá acostado. ¿Te encargas de llevárselo?

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