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Actualizado: 1 de mayo de 2025
¡Y aunque sea! Yo soy capaz de dar la vuelta al mundo por no encontrarme con Anastasio. Qué, ¿le tiene tanto miedo? Miedo, no, Baldomero; ¿pero a qué comprometerme? ¡Cuando ya estás comprometido con la «Pampita»! dijo Melchor, sonriendo. ¡Dale con la «Pampita»...! casi estoy por creer que te acuerdas más de ella que de Clota...
Me lo han dicho personas que pueden saberlo... De no ser así, no me hubiese comprometido á darles ayuda. Lo afirmó varias veces, de buena fe, con una absoluta seguridad en las gentes que le habían hecho la promesa. Echarán á pique, si pueden, los navíos de los aliados que están en los Dardanelos. Pero ¿qué nos importa eso?... ¡Es la guerra!
¿Sería posible que no viniese? ¿Habría sido capaz de citarle sólo por dar largas al asunto? ¿Acaso para exasperarle? Si tal sucediera, él se tendría la culpa por la amenaza de plantarse en su casa. Para una mujer casada el lance podía resultar comprometido.
Los gastos son enormes, los deudores numerosos, y las operaciones que se malogran, por falta de confianza o de oportunidad, incalculables. ¡Ese Jacintito! Nunca fué un socio de consejo, y pronto dejará de ser un socio de dinero, porque el capital está ya comprometido; cada jugada de Bolsa del atolondrado joven es un golpe de azada para la casa, que descubre ya sus poco seguros cimientos.
¡Por obligación...! Antes he sido su esposa ante Dios y los hombres, que su mujer. ¡Ah! perdonad; pero suceden, aun á la mujer más pura, cosas tan extraordinarias... y él, un Girón... audaz y apasionado como su padre... os repito que no os comprendo. Sin tener comprometido mi honor, me he visto obligada, por salvar á su majestad, á casarme con vuestro hijo.
Me ha comprometido a explorar los ánimos de la gente liberal para saber en qué condiciones se podría contar con ella en caso de una guerra civil. Los libres dijo el ayacucho con énfasis , están y estarán siempre al lado de la Princesa, si a la Princesa le ponen por almohada en su cuna el mejor de los códigos.
Tenía la bochornosa debilidad de dudar entre la salvación de Jacobo y la mía: usted me ha aconsejado. Ya no hay duda posible. Entregarme de nuevo á un monstruo como usted, sería completar mi crimen. Sorege dió un salto al oir el ultraje y dijo, ya de pie: ¿Así recompensas los servicios que té he prestado? ¡Me he comprometido por ti y me entregas á mis enemigos!
Llegó hasta exponer su reputación, que tanto había cuidado hasta entonces, y se hubiera comprometido locamente a no impedírselo él. La condesa viuda de Villanera, una santa mujer, un prodigio de vejez y de rigidez, parecida a un retrato de Velázquez, escapado del lienzo, tuvo conocimiento de los amores de su hijo y no encontró nada que decir.
Había comprometido la honra de... Mi honra dijo doña Clara. No, tu honra no exclamó con extremada energía don Juan ; la honra de la reina. ¡Cómo! Siendo traidor á Lerma, fué traidor á la reina... tenía en su poder unas cartas de su majestad... Hiciste bien en matarle... No lo he conseguido por desgracia. Tú no tienes nada que temer. Para salvarme á mí, es necesario salvar á don Francisco.
Razón de más para no apuntar. ¡Cuánto más filosófico y más consolador sería substituir al souvenir otro repertorio de anotaciones llamado olvido! Cosas que debo olvidar, pondría uno encima: figúrese el lector si el tal librico necesitaría hojas, y si podría uno estar ocioso un solo instante, una vez comprometido a llenar sus páginas de buena fe.
Palabra del Dia
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