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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Por la letra de los sobres y los timbres postales fué adivinando quiénes le escribían: una carta única de su mujer, compuesta de un solo pliego, á juzgar por su flexible delgadez; tres muy abultadas de Tòni, especie de dietarios, en los que iba relatando sus compras, sus cultivos, sus esperanzas de ver llegar al capitán; todo ello mezclado con abundantes noticias sobre la guerra y el malestar de las gentes.
Si se suman los millones, tal vez no quepan en la Tesorería Federal. Y lo más gracioso es que los que escriben esto piensan al mismo tiempo: «¿Dónde demonios estará la puerta de la oficina en la que se hacen tales compras?... ¿Quién será el encargado de recibir á los que desean venderse?...»
En el club, en el teatro, allí donde iba, las gentes hablaban de compras de tierras, de ventas, de negocios rápidos con el provecho triplicado, de liquidaciones portentosas. Empezaban á pesarle las sumas que guardaba inactivas en los Bancos. Acabaría por mezclarse en alguna especulación, como el jugador que no puede ver la ruleta sin llevar la mano al bolsillo.
Pronto llegó al puerto de Goa la nave de Morsamor: este y Tiburcio, muy orondos y satisfechos de la gloria militar que habían adquirido; el piloto Fréitas no menos pagado del aumento de su crédito como hábil navegante, y contento el señor Vandenpeereboom de las compras y ventas que iba haciendo y que pensaba hacer, aprovechándose de los triunfos y sin perder las buenas ocasiones.
Narcisa corrió a curiosearlos y se complació a la vista de unas elegantes telas de finos colores. Muy amable, dijo a su hermano: Has hecho compras, ¿eh? Y él, con su galante sonrisa, respondió: Sí; unos trajes para Carmencita. Por ahorraros molestias, yo mismo avisé a la modista de Villazón, que vendrá mañana para que la niña elija modelos. Narcisa se puso verde.
Aquella misma mañana Muñoz le había abordado, expansivamente, para consultarle sobre diversas compras propuestas por Charito. Sí, sí, todo eso me parece muy bien, respondió el señor Molina, sin tomarse el tiempo indispensable para considerar la pregunta. Luego, sacando su reloj: Hasta luego, amigo, tengo por ahí un asuntito.
Tan guerreros eran, que en los pequeños claros o intervalos de paz, ninguno supo hacer cosa de provecho, y la poca hacienda que tenían fue pasando a los prestamistas, disolviéndose toda en comilonas, timbas, inútiles viajes, cacerías y compras de armas para camorras.
La tienda estaría en una casa nueva de la subida a Santa Cruz, frente por frente a la calle de Pontejos, y sus escaparates serían de seguro los más vistosos y elegantes de Madrid. Inauguración, el 1º de Setiembre. Samaniego estaba en París haciendo compras, y en la fecha a que esto se refiere, ya empezaban a venir algunas cajas.
Al regresar a casa con sus compras, brillaban de tal suerte los ojos de la anémica y estaban sus mejillas tan encendidas, que Perico le dijo: El demonio sois las señoras mujeres. En dándoos un sonajero o un cascabel, un cascabel, os curáis de todos los males. Me río yo de la botica, de la botica. Ahora no te duele el estómago. Periquillo.... ¡Eres tú la flor de la canela!
La satisfacción del deseo chiflaba a la una tanto como a la otra la privación del mismo. Barbarita tenía la chifladura de las compras. Cultivaba el arte por el arte, es decir, la compra por la compra.
Palabra del Dia
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