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Actualizado: 16 de julio de 2025
Yo confío tanto en el fino gusto de mi sobrina dijo el Comendador, que dudo de que se equivoque, por ferviente que sea la amistad que V. le inspire. Casi estoy convencido de que los versos serán buenos. Vamos, recítelos V., D. Carlos. No sé cuáles recitar que cansen menos, y que á V. que me fía, y á mí que soy el autor, nos dejen airosos.
Jaime Juan Vives, Examinador Sinodal, Calificador del Santo Oficio y Ordinario por el Ilustrísimo Sr. Arzobispo de Tarragona, Comendador de la Merced. El P. Fr. Guillermo Homar, Lector de Teología en Santo Domingo. El P. Jaime Custurer de la Compañía de JESUS, Lector de Filosofía en Montesión. A Melchor José Forteza, alias Menjús. El Reverendo P. Fr.
En agosto de 1690 hizo su entrada en Lima el excelentísimo señor don Melchor Portocarrero Lazo de la Vega, conde de la Monclova, comendador de Zarza en la Orden de Alcántara y vigésimo tercio virrey del Perú por su majestad don Carlos II. Además de su hija doña Josefa, y de su familia y servidumbre, acompañábanlo desde México, de cuyo gobierno fué trasladado a estos reinos, algunos soldados españoles.
Encomiéndeme V. á Dios, con cuyo favor cuento para escapar de esta confusión ridícula de la corte, y poder pronto darle, en esa encantadora Villabermeja, un apretado abrazo. Veinte días después de recibida esta carta por el P. Jacinto, se realizó la entrada solemne en Villabermeja del ilustre Comendador Mendoza.
Clara, en los días que lleva de soledad, ha cambiado mucho. ¡Hay en su carta tan singular exaltación, tan profunda tristeza, tan amargos pensamientos!... Lee, lee dijo el Comendador con viva emoción. Lucía leyó como sigue: "Amada Lucía: Mil gracias por todo cuanto estás haciendo por mí. Sería yo desleal si te ocultase nada de lo que siento.
Por lo demás, el padre Jacinto era leal y no abusó de su derecho de hablar en secreto con Clarita para excitarla en contra de la boda con Don Casimiro. Sólo una noticia se atrevió á dar á Clarita por instigación de D. Fadrique: que D. Carlos, amonestado por el Comendador, se había vuelto á Sevilla con sus padres.
Así lo demuestran los siguientes pasajes de Lope de Vega. En el acto I de Peribáñez y el Comendador de Ocaña cantan los músicos: «Y a los nuevos desposados eche Dios la bendición; parabién les den los prados, pues hoy para en uno son.» Nuestros diccionarios registran el aumentativo chanflón, y no el positivo chanfla, muy corriente en Andalucía con idéntico significado.
El Comendador y Lucía escribieron con la misma fecha á D. Carlos de Atienza, participándole la novedad de la despedida de D. Casimiro, de la resolución de Clara de retirarse á un convento y del estado poco satisfactorio de su salud. Don Carlos partió desatentado de Sevilla, y estuvo en la ciudad á poco.
Y era así, que los mozos gabachos del comendador, que todo el día anduvieron guantando con blanco a los vagantes, y sujetando jirones y añaceas al manto de las dueñas, encontrando de estantigua al buen Tomillas, por la media noche le arremetieron con algazara, e le atapaban la boca con poleadas de yeso, cual a chico mamón, e el cuitado gritaba: "Que me rematan a coces y cucharadas."
Estas fiestas, juegos y cantos son de repente interrumpidos por lamentos, que se oyen detrás de la escena, y pronto la invade una multitud de gente del comendador de Ocaña, que, habiendo querido hacer gala de su destreza en una corrida de toros en las inmediaciones, se ha caído con su caballo, y está casi moribundo. Peribáñez acoge en su casa al herido, y le prodiga los más afectuosos cuidados.
Palabra del Dia
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