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También es verdad que les he facilitado el dinero que pude, pero no es exacto que haya ocultado solamente en casa de mi padre boinas y polainas; he ocultado también armas, fusiles con sus bayonetas y municiones. Los oficiales del Consejo quedaron estupefactos. El mismo general, a pesar de su temperamento colérico, permaneció algunos instantes suspenso ante la audacia de aquella niña.

Estas escenas son tan notables en su género como las primeras de la comedia, y llenas de romántico deleite. De improviso, colérico y sin dar signos de respeto, se presenta Bernardo en medio del salón, en donde se halla Carlomagno rodeado de su brillante corte de damas y caballeros.

Desde allí podía ver al ciego confiado á su custodia. Quedaron inmóviles frente á frente. Desnoyers quiso decir muchas cosas, ¡muchas! pero vaciló, no sabiendo cómo revestir de palabras sus quejas, sus súplicas, sus halagos. Por encima de esta avalancha de pensamientos emergió uno, fatal, dominante y colérico. ¿Quién es ese hombre?...

No te agites, Dorotea dijo ; no llores; no supliques: el señor duque hará lo que sea necesario hacer; el señor duque no puede negarte nada: excelentísimo señor, afuera, en la sala, hay recado de escribir; yo dónde vive el licenciado Sarmiento; escribidle una carta y concluyamos, que Dorotea está impaciente. Esto es ya demasiado dijo el duque colérico.

Su entendimiento era el de un toro de ocho años y su fuerza también, sobre todo cuando se ponía ó lo ponían colérico; por cuya razón era muy respetado y temido, y ninguno quería contradecirle aunque dijese una barbaridad, y solía decirlas de monumental calibre. Indudablemente fué el P. Procopio eco fidelísimo de la opinión general.

Velázquez, que siempre se había mostrado indiferente á estas bullas y se había reído de los burlados, dijo en voz alta y con acento colérico que estaba bien hecho y que fué lástima que el hombre no le hubiese sacado las tripas al galancete. Cuando los culpables fueron arrojados del salón y se restableció la calma, vió entre las máscaras una más alta que le pareció su amante.

Ella no se inmutó ante su acento colérico y sus miradas hostiles. He venido porque aquí estaba mi deber. Luego habló como una madre que aprovecha un paréntesis de sorpresa en el niño irascible para aconsejarle cordura. Explicaba sus actos. Había recibido la noticia de la herida de Laurier cuando ella y su madre se preparaban á salir de París.

Indignado, colérico, estrujé la carta, y yo que no tuve en mis ojos una lágrima ni en los momentos de amortajar a mi tía, a quien tanto amé, a quien tanto debía yo, que tanto me quiso, que fué para como una madre, no pude resistir aquel nuevo dolor. Sentí que me ahogaba, y me eché a llorar como un chiquillo. ¿Qué te pasa? gritó Andrés asustado. ¡Nada! le respondí sollozando.

Me obstiné, y entonces, alzándose con una dignidad y una firmeza supremas, me dijo: Si no sigue usted su camino, caballero y me deja en paz, llamaré al sereno. A tal arranque tomé mi partido: arrojé la onza en la cesta de la muchacha, y me alejé. Por favor, caballero, me dijo corriendo tras de y con acento entre suplicante y colérico: usted está equivocado y tira su dinero.

Detúvose don Quijote en la mitad de su carrera, viendo que su enemigo no le acometía. El duque no sabía la ocasión porque no se pasaba adelante en la batalla, pero el maese de campo le fue a declarar lo que Tosilos decía, de lo que quedó suspenso y colérico en estremo.