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Actualizado: 13 de junio de 2025
Además, desde que había renacido su amor a impulsos de la desgracia, y ella y Juan vivían tranquilamente, queriéndose mucho, no creía que un nuevo accidente viniese a turbar su dicha. Aquella cogida era obra de Dios, que muchas veces saca el bien del mal, y había querido unirlos por medio de un accidente doloroso. Juan torearía como otras veces y volvería a casa sano y salvo.
Era que se sentía cansado, que aún no estaba repuesto de su cogida. «Y para esto aconsejaba en todas sus cartas es mejor que te retires y descanses una temporada. Después volverás a torear, siendo el de siempre...» El se ofrecía para arreglarlo todo.
Aquella tarde, al salir de los talleres, vieron las operarias, colgado cerca del quicio de la puerta, el cartel de rigor: «Habiendo sido cogida con tabaco en el acto del registro la operaria del taller de cigarros comunes, Rita Méndez, del partido núm. 3, rancho 11, queda expulsada para siempre de la Fábrica. El Administrador Jefe, FULANO DE TAL».
Levantó la cabeza y exhaló un largo suspiro. ¡Oh, qué delicioso aroma! Octavio se apresuró á hundir también el rostro en la flor que la dama aún tenía cogida. ¡Delicioso! ¡delicioso! ¡Es tan penetrante... tan embriagador!... Siempre fuí apasionada de este aroma. Yo lo seré de aquí en adelante. La condesa soltó la rama é inclinó la cabeza sonriendo afablemente.
No tengo otra intención, abuela. Te dejo perfectamente libre para tomar el pulso a tu vocación futura... Aquí hice un movimiento de cabeza afirmativo. Pero estimo que si esos estudios preliminares van a durar diez años... ¡Adiós!... Estoy cogida. ...No habrá ya para ti ninguna probabilidad de matrimonio.
13 que alguno se hubiere echado con ella por ayuntamiento de simiente, y su marido no lo hubiese visto por haberse ella contaminado ocultamente, ni hubiere testigo contra ella, ni ella hubiere sido cogida en el acto;
En una mitad cantaban las voces agudas, y en la otra las graves, prolongando todas mucho la vocal final del segundo verso: ¡Ay, busco la blanca niña! ¡Ay, busco la niña blanca! Al instante respondían los otros: ¡Ay, que no l'hay n'esta villa! ¡Ay, que no l'hay n'esta casa! La condesa se balanceaba cogida al dedo del mayordomo. Á menudo volvía la cabeza para dirigirle una sonrisa.
En un monte de la provincia de Córdoba, la Guardia civil había encontrado un cadáver descompuesto, con la cabeza desfigurada, casi deshecha por una descarga a boca de jarro. Imposible reconocerle, pero sus ropas, la carabina, todo hacía creer que era el Plumitas. Gallardo escuchaba silencioso. No había visto al bandido después de su cogida, pero guardaba de él un buen recuerdo.
Quedó un momento silenciosa con el rostro fruncido. Bueno, hasta mañana en el barco... Voy allá porque tu me lo mandas manifestó al fin dándole la mano. No; yo probablemente no podré ir. ¡Ah! ¿No vas tú? Pues entonces hazte cuenta que no voy yo. ¿Por qué? Porque no quiero. ¡Siempre tan testarudilla! dijo Uceda apretando cariñosamente la mano que tenía cogida. Iré por que no te enfades.
Al principio, ella le guardaba aún cierto respeto y procuraba desasirse sin hacerle daño. Poco a poco, vista la tenacidad brutal de su tío, se fue encolerizando, subiósele la sangre toda a la cara, y al verse nuevamente a punto de ser cogida, alzó la mano, y con ella cerrada le dio en plena faz un tremendo golpe, que le hizo caer hacia atrás, sangrando por la nariz.
Palabra del Dia
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