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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Con aquel cambio de impresiones placenteras, fácilmente se transportaba el espíritu de la buena señora al séptimo cielo, donde se le aparecían risueños horizontes; pero no tardaba en caer en la realidad, sintiendo el vacío por la falta de su compañera de trabajos. En vano la volandera imaginación de Obdulia quería llevársela, cogida por los cabellos, a dar volteretas en la región de lo ideal.
El hombre á los negocios y la mujer sola á la iglesia ó á hacer visitas, como única diversión. Pasó una pareja cogida del brazo. Serán forasteros se dijo el doctor. Tal vez algún empleado de los que envía el gobierno. Maketos, como dicen mis paisanos. Eran ya las once, y Aresti, pasando ante la iglesia de San Nicolás, fué en busca de su primo.
Cuando recobró el conocimiento, estaba medio tendida en el sofá; el cuerpo de su vestido estaba desabrochado y Roussel tenía cogida su mano y se inclinaba sobre ella con inquietud. Después de veinte años, se encontraban en la misma situación que el día de su rompimiento. Se levantó azorada y dijo con amargura: ¡Confiesa que has deseado mi muerte!
Cristeta, retirando una mano que don Juan le tenía cogida entre las suyas, se puso en pie como tocada de un resorte. No hizo ademán de resistencia premeditada, ni fue el suyo acto sugerido por la voluntad, sino movimiento instintivo con que, sintiéndose flaquear, se apercibió a la defensa, viendo inevitable y cercana su amorosa derrota.
El Nacional, conmovido aún por la cogida del maestro y su tremendo batacazo, quería saber si sentía dolores y si era asunto de llamar al doctor Ruiz. Na: una caricia na más... A mí no hay toro que me mate.
Y así que la tuvo cogida manifestó riendo: Dispensa, querida, la matraca que te he dado. Alguna que otra vez me suelen atacar estos arrechuchos y entonces me pongo insoportable, lo conozco; pero en seguidita me pasan y entonces no soy mal chico, ¿verdad, tú? Lo único que te pido es que sueltes á escape esa cara de regidor ofendido y no me la vuelvas á enseñar en la vida.
Para evitar el encuentro con cualquier pariente o conocido de la niña, procuré seguir las menos principales. Teresa iba cogida a mi brazo como al de un antiguo amigo, hablando sin cesar, riendo, sacudiéndome a veces fuertemente y deteniéndose a lo mejor delante de un escaparate, para hacerme mirar cualquier chuchería.
Y el joven, conmovido con sus propias palabras, sollozando perdidamente, cubrió de besos y lágrimas la mano que tenía cogida. Cecilia se puso fuertemente encarnada primero; después pálida, y dijo en tono que resultó un poco seco: Deja, deja. Retirando al mismo tiempo la mano con presteza.
Una fuerza superior se imponía á ella y después de tanto luchar, de tanto huir, de tanto temer, se replegó sobre sí misma y, pasiva, ofreció la garganta al cuchillo, como la fiera que se ve cogida sin remedio. Jacobo habló y ya la duda fué imposible.
Adoración iba detrás, cogida a la falda de Jacinta, como los pajes que llevan la cola de los reyes, y delante abriendo calle, como un batidor, la zancuda, que aquel día parecía tener las canillas más desarrolladas y las greñas más sueltas. Jacinta le había llevado unas botas, y estaba la chica muy incomodada porque su madre no se las dejaba poner hasta el domingo.
Palabra del Dia
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