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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Para ella la butaca en que descansará su cuerpo agitado por la emoción y el miedo, ¡quizá por el amor! En el suelo, el almohadón, bordado por otra mujer ya olvidada, y muy cerca, la silla baja de fumar, que él tomará para , cogiéndola como al descuido, procurando tener la presa al alcance de la mano. Pero en la escalera no suena el esperado taconeo ni el roce crujiente de la falda.

Esta actitud hizo comprender a Miguel que la brigadiera nada le había dicho de la carta ni de la cita. Después avanzó lentamente hacia él manifestando siempre la misma sorpresa mezclada de terror, sin hacer caso de la sonrisa tranquilizadora de su hermano: cuando éste la tuvo cerca, avanzó también algunos pasos, y cogiéndola por la cintura, la dio un par de sonoros besos en las mejillas.

Miguel solía aprovechar esta buena disposición y osaba retozar con la fiera: cogiéndola súbito de la cintura la empujaba con alguna violencia y la hacía correr, a su pesar, por la sala o el corredor hasta fatigarla, sin hacer caso de sus protestas. ¡Estate quieto, Miguel! ¡Basta, Miguel! ¡Mira que me fatigo! La brigadiera, enfadada a medias, no podía menos de reírse.

Parece mentira que la señora mantenga en su casa este bicho asqueroso. Si fueses cosa mía, te desollaba viva. Pero aunque no era cosa suya, procedía como si lo fuese: la desollaba a azotes. Una vez su furor fue tan grande que, cogiéndola por las orejas, le higo lamer el suelo mojado. La hora más terrible para la criatura era la de las lecciones.

Pero lo que mayormente excitó la curiosidad de ambas señoras fue un gran tablero que en el centro de la estancia había, cogiéndola casi toda; una mesa armada sobre bancos como la que usan los papelistas, y encima de ella grandes paquetes o manos de pliegos de papel fino de escribir.

Casi en el mismo instante la Delfina sintiose vacilar en su asiento, porque la silla estaba inválida, y se pasó al sofá. Halláronse las dos juntas, tocando falda con falda. Fortunata, por no mirar a su rival, miraba a la niña, a quien aquella tenía en pie delante de , cogiéndola de las manos.

Aunque entre nosotros no exista hace tiempo verdadero matrimonio, el lazo social que nos une no se ha roto. Ella tiene el deber de respetarlo... Si no lo respeta añadió sordamente, nos veremos. Miss Florencia dejó escapar una risita maligna. ¡Es gracioso! ¡es gracioso! ¿El qué es gracioso? preguntó él cogiéndola por la muñeca y apretándola convulsivamente.

No quiero; es V. muy malo. Miguel soltó una carcajada, reprimiéndola para que no le oyesen fuera. No, criatura; es para saber dónde está V. nada más. Se sentó al lado de ella en una silla baja. ¿Por qué se ha escapado V. de la tertulia? ¿Y V. por qué me anda buscando? Para decirla a V. una cosa. ¿Qué es? ...Que la voy queriendo a V. mucho dijo con acento apasionado, cogiéndola una mano.

Cuando se encontraron frente a frente en el boudoir, le dijo Pepa cogiéndola por las muñecas y mirándola fijamente: Vamos a ver, Clementina, ¿ sabes cómo andan los negocios de tu marido? Fué un golpe en medio del pecho. Clementina, aunque sin precisión, tenía noticias de las pérdidas de Osorio, de su creciente y febril afán de jugar.

No tal; yo no tengo más que un padrino manifestó la chica, cada vez más recelosa. Y se alejó del grupo. Fue donde estaba Amalia; se le puso delante cruzando sus bracitos sobre el pecho y dijo haciendo una reverencia: Madrina, la bendición. La dama le entregó su mano, que la niña besó con respetuoso cariño. Luego, cogiéndola en sus brazos, la besó en la frente. Que descanses, hija mía.

Palabra del Dia

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