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Actualizado: 4 de mayo de 2025
¿Canoas? preguntó levantándose. O cocodrilos respondió el piloto. ¿Los hay aquí? En todos los ríos. ¿Querrán acometernos? Por fortuna, estamos en la chalupa. Pero encallados en medio de un banco, señor Cornelio, y en la absoluta imposibilidad de huir hacia las orillas. Si llegan aquí, no les será difícil entrar en la chalupa y aun destrozarla con sus formidables coletazos. Despertemos a mi tío.
Y a todos. Nos aguarda un mal cuarto de hora. Despertaron al Capitán y a sus compañeros y les dijeron lo que ocurría. La cosa puede ser muy grave dijo Van-Stael . Los cocodrilos de los ríos de Nueva Guinea son feroces y no temen al hombre. ¿Empieza a subir la marea? Desde hace un cuarto de hora respondió Van-Horn. Es necesario defendernos hasta que estemos a flote.
Ancló junto á temibles rompientes de la costa occidental de África, bajo un sol que hacía arder la cubierta, para recibir caucho, plumas de avestruz y colmillos de elefante traídos en largas piraguas por remeros negros. Salían siempre de un río poblado de cocodrilos é hipopótamos, en cuyas orillas alzaba la factoría los conos pajizos de sus techumbres.
¿Podreis negar á los lagartos, respondo yo, la belleza de su piel verde? ¿Podreis negársela á los cocodrilos? ¿Podreis negar á la culebra la rica variedad de sus brillantes y sedosas escamas? ¿Esa es vuestra belleza? ¿Ese es vuestro arte? ¿Por qué no haceis de un cocodrilo un actor? ¿Por qué no haceis de una serpiente una actriz? Basta de esto, mis queridos lectores.
Los cocodrilos tienen las mismas carreras de dientes que los caimanes. Don Lorenzo sostuvo con brío su aserto. Le ayudó en la defensa don Rudesindo. Maza le atacó con no menos fuego, apoyado por Delaunay. Pronto entraron en liza otros cuantos socios generalizándose el combate, que fué haciéndose cada vez más vivo. Las voces eran horrendas.
En los ángulos del techo se balanceaban, pendientes de cuerdas, los cuatro cocodrilos, negros y rugosos por el dorso, y mostrando al público el color amarillo de sus vientres y las plantas de sus patas. Las gentes del país, cuando pasaban por la Presa, creían necesario detenerse á beber un vaso en el boliche para admirar tales novedades.
Megaterios, mastodontes, tortugas gigantescas, cocodrilos alados, todos esos seres quiméricos se hacinan en el caos espantoso. Hay millares de piedras amontonadas en el desfiladero, y cualquiera de ellas podría servir de cantera y bastar para la construcción de pueblos enteros.
¿Y no oirán los piratas los tiros? Sin duda, Horn; y subirán en seguida río arriba; pero no vamos a dejar que nos devoren los cocodrilos por miedo a los piratas. Apenas podamos movernos, o, mejor dicho, apenas pueda moverse la embarcación, nos refugiaremos en los bosques y allí estaremos seguros. ¡Atención! ¡Ahí están los cocodrilos!
Entre personas que todos los días se ven y se hablan, y no se quieren bien, es imposible que en breve plazo no deje de estallar la discordia. La ocasión fué ésta. Tenía el ejemplar en la mano Maza, cuando acercándose don Rufo por detrás, exclamó en tono jocoso: ¡Vaya unos cocodrilos escuálidos! No son cocodrilos manifestó Maza en tono seco y desdeñoso, sin levantar la cabeza.
A ver, mamá, déjame ver... dijo Carlitos con mucho afán. Su mamá le puso el estereoscopio delante. Son cocodrilos manifestó enseguida el niño con suficiencia. Pertenecen a la clase de los reptiles, orden de los saurios, familia de los crocodílidos. ¡Mucho, mucho, chico! manifestó el coronel con la misma sorna. Todos los animales se dividen en cinco tipos... ¿Nada mas?
Palabra del Dia
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