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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Item, se da por aviso particular que si alguna madre tuviere hijos pequeñuelos, traviesos y llorones, los pueda amenazar y espantar con el coco, diciendoles: guardaos, niños, que viene el poeta fulano, que os echará con sus malos versos en la sima de Cabra, ò en el pozo Airon.
Por la mañana salió temprano a misa y tuvo valor para subir a una casa de préstamos y empeñar una sortija. Cuando su marido se levantó, le dijo sacando un billete de su cómoda: Oye, Mario. Cuando salgas hazme el favor de pasarte por la Mahonesa y traerme unas yemas de coco... pero que no se enteren en casa. Ya sabes que me da vergüenza... ¡Ah!
Entre las distintas razas de carolinos que en la actualidad habitan las islas Marianas en completo estado primitivo, nos hemos persuadido que el coco resume la satisfacción de lo necesario y de lo supérfluo, siempre en relación con el estado del que lo consume.
Este pueblo le denominan no pocos indios con el nombre de Danlong, así llamado un árbol cuya corteza hace fermentar la tuba del coco. Barcelona linda por N. con Gubat; por O., con Casiguran; por S. con Bulusan, y por E., con el Estrecho, en cuya playa se asienta.
A más del uso del aceite de coco, contribuye en gran manera á la conservación del pelo, el gogo, raíz parecida á la de la mora. Aquel se lava perfectamente y después se exprimen sus jugos.
PARA EL TOCADOR. Para hacer jabones colorantes, poniendo 10 por 100 de aceite de coco, otro 10 por 100 de sosa cáustica disuelta en 40 por 100 de agua. Se deja hervir una hora. Después de completa vaporificación se mezcla colofonia 15 por 100.
Aquella es el tabernáculo, es el arca santa donde se ha puesto todo el esmero y cuidado. Andemos despacio no nos escurramos sobre las lucientes tablas del pavimiento recién frotadas con hojas de coco, impregnadas de aceite. El conjunto que presenta la sala es de lo más abigarrado y churrigueresco que imaginarse puede.
Entre las palmas de coco que crecían en la isla, bandadas de papagayos verdes y rojos, de loros de plumas amarillentas y cuellos negros y de pequeños pardalotes grises y dorados revoloteaban, cantando alegremente, como saludando al sol, mientras algunos bernicla jubata, feos volátiles de cuello largo y delgado, plumaje blanco y negro y patas palmípedas, buscaban cangrejos y pececillos.
Cuando no era buena, me amenazaban con enviarme a su lado. ¿Quién? ¿La señorita de Boivic? Sí... y también Marivette. Convertido Lacante en el coco, ¿con qué alegría debe considerar esta niña la perspectiva de ir a vivir con él? Le han dado a usted de él una idea muy falsa...
Pero este fraseo pueril no había perdido el poder de conmoverle profundamente, anulando su voluntad. ¡Buenos días, mi cocó!... Me he levantado más tarde que otras mañanas; debo hacer algunas visitas antes de ir al Bosque. Pero no he querido marcharme sin saludar á mi maridito adorado... Otro beso, y me voy.
Palabra del Dia
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