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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Siguió su camino el indiano, y á pocos pasos se le escapó un suspiro, tal vez el primero que no le arrancaba el cansancio físico; pero al llegar al pueblo recordó la promesa, y se propuso buscar sin dilación á su feróstica prometida y casarse con ella, así fuese el coco.

Con una solicitud y una amabilidad que conmovía profundamente a la madre y a la hija, el joven se proporcionaba el placer de satisfacer los caprichos de la enferma, y sabe Dios si los tenía. Un día era un cesto de dátiles impacientemente deseados y que la anciana devoraba con avidez; otras veces granadas, plátanos o nueces de coco que engañaban apenas la repugnancia de su estómago gastado.

No otra cosa demuestran las construcciones de que nos ocupamos, las cuales se destacarían notablemente entre la salvaje perspectiva de las casas de hojas de coco, de que nos hablan las historias de las primeras misiones. A más de los anteriores antecedentes, existen otros en los anales de aquellas, en los cuales vemos admitir como cierto el feudalismo de que nos venimos ocupando.

Recuerdo también un octante antiguo muy grande y muy pesado, de cobre, con la escala para marcar los grados, de hueso. Sobre la consola solían estar dos cajas de de la China, una copa tallada en un coco y varios caracoles grandes, de esos del mar de las Indias, con sus volutas nacaradas, que uno creía que guardaban dentro un eco del ruido de las olas.

Si yo me muero por servirla: mire que yo soy como las tacitas de coco, que dicen en letras muy guapas: 'yo sirvo a mi dueña'. Voy a poner la puerta de mi casa llena de tiestos de flores, y a alquilar a los músicos, el día que mi niñita vaya a verme. ¡Y, eso que yo no se lo hago a nadie: porque no lo hago por servicio, sino porque le he cobrado mucha afición!».

Padrones de 1754, 1831, 1836 y 1875. Aumento de población y de riqueza. Montes y vegas. Aceite de coco. Caza mayor y menor. El tabon. Hierbas y flores olorosas. Frutos, hortalizas, granos, resinas y caldos. Minas. El tayabense psicológicamente considerado. Costumbres antiguas de los tagalos. La última cuartilla. Adiós á Tayabas. Últimos contornos del Banajao. La cuna de un hijo.

El verdadero coco mura es aquel cuya carne no ha llegado á solidificarse en el interior de las paredes ó chiretas de la nuez. Hay una clase de estas nueces ó cocos muy especiales, llamados macapunó. Este crece entre los otros, no distinguiéndose ni el árbol que lo da ni el racimo en que se produce; es de advertir que en un racimo en que hay 15 ó 20 cocos, solo se encuentra uno de aquella clase.

El día seis por la tarde debíamos salir para dar la vuelta á la provincia. De Tayabas á Pagbilao. El bantayan. Riqueza de cocales. Alambiques. Aguardiente de coco. Su fabricación. El mananguitero. El coco mura y el macapunó. Crecientes y menguantes de la luna. Aceite de coco. Forma de extraerlo. Tubiganes. Quebrada del Maragoldon. El Dumaca. Puente. Sistema para resguardar los puentes de madera.

Hasta aquí la capital. En los pueblos, el traje de las campesinas varía mucho, pero siempre sobre la base de un jubón negro de anascote. La falda va aparte, y es de coco, indiana ó percal. En algunas villas sólo las hay de picote listado. De todos modos, la elegancia rural consiste en colgarse cuantos refajos y enaguas se poseen, aunque sean cincuenta.

Su coco es el urbano: no se sabe por qué le ha tomado miedo; pero que se le tiene es evidente: semejante a aquel loco célebre que veía siempre la mosca en sus narices, tiene de continuo entre ceja y ceja la anarquía: y así la anda buscando por todas partes, como busca Guzmán en La Pata de cabra las fantasmas por entre las rendijas de las sillas.

Palabra del Dia

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