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Actualizado: 1 de mayo de 2025
De modo que, por millares de moléculas que se funden y se hielan de nuevo para volverse á fundir y solidificarse otra vez, la masa de la nieve se transforma insensiblemente. Al mismo tiempo, cambia de lugar, gracias á la gravedad que arrastra algunos milímetros las gotas fundidas, y poco á poco las nieves que cayeron en otro tiempo en la cima de la montaña han bajado toda su pendiente.
Todos los días iba hacia la casa azul trémulo de esperanza, agitado por la ilusión. «Tal vez sea hoy», se decía. Y le temblaban las piernas, y la saliva parecía solidificarse en su garganta, ahogándole.
Este reposo les ha servido para solidificarse, engrandecerse y adquirir nuevas fuerzas. España no; España no conoció el descanso. Durante siete siglos hierve con el burbujeo de las luchas de raza y los antagonismos religiosos. Al fin se verifica de cualquier modo la fusión de los diversos ingredientes. Ya está hecha la mixtura nacional, tal vez de mala manera, pero ya está hecha.
Todo era seco, árido y hostil. Las riquezas minerales daban á las montañas colores inauditos. Había cumbres verdes, pero de un verde metálico; otras eran rojas ó anaranjadas. En ciertas oquedades existía una capa blanca y profunda, semejante al sedimento de un lago cuyas aguas acabasen de solidificarse. Estos lagos secos eran de borato. Caminó después días enteros sin encontrar ninguna vegetación.
El verdadero coco mura es aquel cuya carne no ha llegado á solidificarse en el interior de las paredes ó chiretas de la nuez. Hay una clase de estas nueces ó cocos muy especiales, llamados macapunó. Este crece entre los otros, no distinguiéndose ni el árbol que lo da ni el racimo en que se produce; es de advertir que en un racimo en que hay 15 ó 20 cocos, solo se encuentra uno de aquella clase.
Ningún sonido articulado salía aún de su boca, pero sabía expresar divinamente, con las onomatopeyas que según ciertos filólogos fueron base del lenguaje primitivo, todos sus afectos y antojos; en su cráneo, que empezaba a solidificarse, por más que en el centro latiese aún la abierta mollera, se espesaba el pelo, de día en día más oscuro, suave aún como piel de topo; sus piececitos se desencorvaban, y los dedos, antes retorcidos, el pulgar vuelto hacia arriba, los otros botoncillos de rosa hacia abajo, se habituaban a la estación horizontal que exige el andar humano.
Palabra del Dia
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