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De modo que, por millares de moléculas que se funden y se hielan de nuevo para volverse á fundir y solidificarse otra vez, la masa de la nieve se transforma insensiblemente. Al mismo tiempo, cambia de lugar, gracias á la gravedad que arrastra algunos milímetros las gotas fundidas, y poco á poco las nieves que cayeron en otro tiempo en la cima de la montaña han bajado toda su pendiente.

Mientras que los hielos del boreal se extienden sólo hasta el 81° paralelo, en la zona austral los mares se hielan hasta el paralelo 71. Mas las causas de estas diferencias no son astronómicas: tal fenómeno debe atribuirse á la desigual repartición de las tierras y las aguas en los dos hemisferios.

Fue quizá la mayor y más duradera su desmedida afición al café, afición contraída en el negocio de ultramarinos, en las tristes mañanas de invierno, cuando la escarcha empaña el vidrio del escaparate, cuando los pies se hielan en la atmósfera gris de la solitaria lonja, y el lecho recién abandonado y caliente aun por ventura, reclama con dulces voces a su mal despierto ocupante.

Son los quién vives que dan los soldados de la guarnición, durante el invierno. Con el frío se hielan y con los primeros calores se deshielan y resuenan por el aire de la primavera que nos vivificaNo está mal discurrido dijo el barón, con distracción. Favor que le hacéis contestó Rafael, haciendo una cortesía irónica. ¡Ah!

¡Oh, las interminables noches de centinela en la puerta de los ministerios, la garita vieja donde entra la lluvia y en que los pies se hielan!... ¡Los coches de lujo, que salpican de barro cuando pasan!... ¡Oh, el trabajo suplementario, los días de limpieza general, el cubo pestífero, la cabecera de tabla, la fría diana en las mañanas lluviosas, la retreta entre niebla a la hora de encender el gas, la lista por la tarde, a la cual se llega arrojando el bofe!...

De tiempo en tiempo se alza también del sombrío recinto del valle un grito agudo, prolongado, angustioso, uno de esos gritos de la noche que nadie sabe de dónde parten, y que hielan de terror el corazón del más bravo. Óyese en la estancia el crujir de un vestido.