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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Pero para ello es preciso que la lleve al curso de Cocina.» Mi esposo reflexionó y pensó: «¡Puedo dejarla bajo la vigilancia de su cocinera! ¡Mi honor está seguro...!» Y me permitió salir con ella. ¡Aquí, donde me ves, vengo del curso de Cocina...! LINE. No es un suplicio. Es, por el contrario, una cosa muy divertida.
¡Ay, primo! ¿de qué vale la opinión de una campesinilla, reducida a la sociedad de un cura, una tía áspera y una cocinera díscola? ¿Es decir, que no me otorgabais vuestras simpatías nada más que por no ser cura, y tener una cara menos marchita que la de la señora de Lavalle? Lo habéis dicho, primo.
Luego sacó un retrato y le dió un beso, mostrándolo á su visitante. Mi hijo es cazador alpino, lo que llaman «diablo azul», y está en los Vosgos. La vieja, por no ser menos, sacó también del pecho un retrato de soldado. A mi nieto lo mataron; pero ahora trabaja en un cinema todas las noches. La cocinera se movió nerviosamente en su asiento, abriendo mucho los ojos.
Deogracias, Rafaela y Blas han jugado diez reales cada uno. Les tocan mil doscientos cincuenta». «El carbonero, ¿a ver el carbonero?» dijo Barbarita que se interesaba por los jugadores de la última escala lotérica. El carbonero echó diez reales; Juana, nuestra insigne cocinera, veinte, el carnicero quince... A ver, a ver: Pepa la pincha cinco reales, y su hermana otros cinco.
Hasta doña Paula, que la había hecho rostro en los primeros meses de matrimonio, había vuelto a caer en su esclavitud. Ella no abusaba de aquel dominio. Dejaba que todos cumpliesen su gusto, menos cuando directa o indirectamente iba contra el suyo. Así, por ejemplo, nadie sabía cuándo tornarían a Sarrió, sino ella. La cocinera no arreglaba la comida sin consultarla.
A la cocinera le han dicho que la señorita había sido de las que trabajan en el treato. Eso debe de ser una paparrucha. No tiene trazas de cómica. Lo que has de averiguar es si tiene unos parientes estanqueros, y si habla de que vuelva pronto tu señor. De parientes nunca habla, como si fuera inclusera. El señor tié que estar allá un año... le faltan nueve meses.
La Demetria expuso tímidamente la opinión de que D. Carlos quería llevar a la Benina a su servicio, pues gozaba ésta fama de gran cocinera, a lo que agregó Eliseo que, en efecto, la tal había sido maestra de cocina; pero no la querían en ninguna parte por vieja.
Ha sido la cocinera. Yo no guiso para ti. Te fastidiaste. Prima, esta yemecita. Por mí. No me robes del plato, goloso. Que no te lo doy, ea. ¿No tienes ahí la fuente? ¿A que te lo atrapo? Cuando más descuidada estés.... ¿A que no?
Y sin pronunciar otra palabra fue al despacho y le entregó su cuenta. Sintió después el ruido que hacían al arrastrar sus baúles, oyó abrirse la puerta, oyó la voz de unos hombres que debían de ser los mozos de cuerda, y luego se cerró la puerta y todo quedó en silencio. Pero inmediatamente se presentó la cocinera. Era una mujer de más de cuarenta años y de tan fea catadura que inspiraba risa.
Que si era yo la primera cocinera de toda la Europa... que si por vergüenza no se chupaban los dedos... ¿Y después? Una pepitoria que ya la quisieran para sí los ángeles del cielo. Luego, calamares en su tinta... luego...
Palabra del Dia
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