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Actualizado: 4 de mayo de 2025
No te molestes... no merece la pena; es el tipo de una cocinera como todas las de su especie. Atravesaban por delante de un campo cubierto de hierba marchita, especie de landa estéril cercada por lienzos de muralla de las fortificaciones.
Cierto que yo no he visto ni conocido más gente en mi vida que la de esta ciudad y la de Villabermeja; pero adivino y veo claramente que ha de haber duquesas y hasta princesas cuyo barniz no me engañaría ni me alucinaría. Yo conocería al momento que era falso y de relumbrón, y que en el fondo eran aquellas damas más vulgares que tu cocinera.
En esta época desastrosa, entró a su servicio Benigna, que si desde el primer día se acreditó de cocinera excelente, a las pocas semanas hubo de revelarse como la más intrépida sisona de Madrid.
Ahora sí que parecía deslumbrado Ramón, aunque objetó: Pero yo soy el hijo de la cocinera, Lita, y usted es la niña de la casa... ¿Qué importa? respondió Lita con generosidad de reina. Además, tú mismo me lo has dicho... Cuando seas grande, tú trabajarás para tu mamá, y ella no será más cocinera... ¿Qué importa que lo haya sido? ¡Mejor! ¡Así nos hará dulces muy ricos!... Pero su mamá...
LINE. ¡Habrías hecho mal...! ¡Ya no se estila eso...! Entonces, ayer tuve una inspiración genial... La comida era detestable... Y, ¡ya ves!, fué preciso despedir a mi cocinera Gertrudis... LIONEL. Es lástima. ¡Se comía tan bien en tu casa...! LINE. Pues en lo sucesivo, amor mío, comerás muy mal.
Nunca me han gustado ciertos papeles; porque lo que yo me digo: si no hubiera alcahuetas, no habría... de las otras. ¡Pero si yo pudiera traerle a usted mi vecinita! Abur, mujer. Quede con Dios el señor. Marchose la cocinera y, al quedarse solo el caballero, tornaron a entristecerle sus ideas.
Un día en que estaban los tres comiendo a mi mesa, mi cocinera estuvo inspirada. Don Ambrosio, que era francote a pesar de su vanidad, se entusiasmó con todos los platos que se sirvieron, y singularmente con un chaud-froid de ortolans, que en realidad fue una obra maestra. Mas ¡oh, desgracia!, la niña del Sr. Benítez comió muy poco de todo.
Ingénieselas usted ahora mientras él está allá..., en golviendo..., pues, entonces... ya ¡maldita la falta que le hace usted a ella! Bien, hija, bien. Eres jovencita; pero piensas claro. Lo que la enseñan a una. En fin, yo me tengo que largar. ¿Manda usted algo? ¡Ah, me se olvidaba una cosa que l'importa a usted mucho! Según la cocinera, el amo es muy bruto... ¡conque, ojo al Cristo! ¿Cómo?
El joven aprovechó esta aprobación indirecta, y un instante después estaba instalado debajo de la cubierta de cristales, al lado de la viuda, que le contaba los chismes de la playa, escuchados por él con resignación ejemplar, mientras Liette, improvisándose cocinera, confeccionaba un plato de dulce para las circunstancias. Fue aquella una velada deliciosa.
Gobernábala una tal doña Paca, gallega, que tuvo casa de huéspedes distinguidos y recomendados, en la cual vivió Feijoo mucho tiempo, y completaban la servidumbre una cocinera bastante buena y un criado muy callado y ya algo viejo, que había sido asistente de su amo.
Palabra del Dia
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