Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 16 de junio de 2025


¡Venid, venid, cobardes! decía don César trasportado también por el furor . Venid a aprender a pelear... ¿Veis cómo se bate un oficial carlista?... ¿Veis cómo vale por cincuenta republicanos?... Contad mañana vuestra hazaña al general Bum Bum que os ha enviado... ¡Que os den la cruz laureada, valientes! ¡Allá va ese tiro por don Carlos!... Ya que lleváis una niña presa, bravos soldados de la república... Allá va ese otro por doña Margarita... ¿Te ha sabido mal la peladilla, muchacho?... ¡Oh, me alegro que ya estéis aquí! ¡Viva Carlos...!

Pero con motivo de condenar su mala lengua, corría de boca en boca, el asunto de sus murmuraciones vagas y cobardes. Obdulia meditaba poco lo que decía, hablaba siempre aturdida, por máquina, pensando en otra cosa; iba sacándole filo a la calumnia sin sospecharlo.

La tía Felicia vino á proponer á Demetria la marcha porque ya era tarde y además le parecía que no tardaría en haber bulla. Al cabo de un instante también se presentó D.ª Robustiana, el ama de gobierno del capitán, con la misma canción, que iba á haber bulla. Y se llevó apresuradamente á Flora. ¿Por qué iba á haber bulla? Por lo de siempre, por la iniciativa de los más ruines y cobardes.

Una podadera le había abierto el cráneo, rompiendo los huesos. Los brutos parecían satisfechos de su obra. Mialo decía uno de ellos. ¡El aprendiz de burgués! Se muere como un pollo... Ya vendrán luego los maestros. Juanón prorrumpió en blasfemias. ¿Esto era todo lo que sabían hacer? ¡Cobardes!

Todos permanecen ante la puerta cobardes, mudos y quietos. El Caballero entra solo, y sus voces bajo la bóveda del zaguán, se alejan y se pierden. Los cuatro mancebos se retiran del balcón, unánimes en el impulso violento y fiero.

Eso se cuenta endispués, y las malas lenguas pierden el respeto y disen que si toos somos unos cobardes. El cortijero cerró la puerta, y los guardias comenzaron a dar culatazos pa que abriese.

Se repetían los comentarios que habíamos oído en lo de Bringas; la muerte del Conde romano producía entre las visitas extensas lamentaciones y tremendas protestas contra los cobardes enemigos. Mi tía contó cómo había conseguido comprar uno de los primeros boletines.

¡Su venganza, comandante, su venganza! ¿Cómo hubiera tratado, pues, a los amigos?... ¡Dejar a esos miserables!... ¡Por la Virgen! ¡si supiera usted lo que yo he sufrido viendo a la pobre tartana caer pieza a pieza bajo el cañón de esos cobardes! ¡ eres un niño, querido! si yo hubiera hundido a esos miserables y a su embarcación, ¿quién lo hubiera sabido?

Por el curso de la conversación se veía que había allá un ambiente de odios terribles; navarros, vascongados, alaveses, aragoneses y castellanos se odiaban a muerte. Todo ese fondo cabileño que duerme en el instinto provincial español estaba despierto. Unos se reprochaban a otros el ser cobardes, granujas y ladrones.

Tambien cayó su cabeza, Mas al descender marchita Tembló la turba precita, Y despavorida huyó: Los esclavos van cobardes Cruzando por los desiertos, Y los libres quedan muertos Sobre el campo del honor. Gloria y honor y laureles Al que muere batallando, Y que sus ojos cerrando Aun exclama: Libertad!

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando