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Actualizado: 16 de junio de 2025
El chico me han dicho que está medio acabao. ¡Vaya un papanatas! ¡Como si por cantar la gallina le dejasen de apretar el gañote! Lo que debe tener un hombre ante todo es dirnidad, mucha dirnidad, y morir como Dios manda, sin dar que decir a la gente. Pero ya ve usted que eso no se puede remediar: unos son valientes y otros cobardes repliqué en tono de mal humor.
Se sienten molestados por la superioridad de los nobles, por su cultura, por su valor, por su exquisita educación, y pretenden que sean torpes y cobardes como ellos, sin que sus nombres ilustres, que van unidos á las inmarcesibles glorias de España, les infundan respeto. Odian también la religión, porque se opone á sus apetitos y les encarece la humildad.
No; pero quiero explorar los contornos para asegurarme de que no hay nadie y tranquilizar a nuestros chinos. Si estos cobardes se amedrentan nos estropearán nuestro negocio de la pesca. ¿Y Van-Horn? Se quedará aquí con Hans, para evitar que los chinos huyan. Vamos, tío; mi fusil está cargado.
El célebre «dañador» de las posesiones reales merecía por sus hazañas hasta el respeto de los cazadores de la Sierra, y eso que éstos miraban como rateros cobardes a los camaradas de las afueras de Madrid que vivían del huroneo en los bosques de El Pardo.
Confieso que fué por mi culpa... No tuve constancia ni firmeza para desafiar y despreciar la opinión pública y sufrí débilmente la influencia de cobardes consejos. Me alejé un poco de esas desgraciadas señoras y cuando volví hallé la puerta cerrada y los corazones llenos de desdén... Por eso he paseado por el mundo entero mi tristeza durante diez y ocho meses, sin lograr calmarla.
Eran buenas estas palabras para espantar cobardes ánimos, no para entibiar el celo ardiente de un apóstol; y así, respondiéndole el Padre afable y cortesmente, prosiguió su viaje, mas no halló indio alguno en sus Rancherías, porque todos andaban huídos por los montes y selvas y sólo se dejaba ver tal cual, que desde las copas de los árboles exploraba los pasos de los españoles.
La guerra, así como es madrastra de los cobardes, es madre de los valientes, y los premios que por ella se alcanzan se pueden llamar ultramundanos. ¡Ea, pues, amigos, juventud valerosa, poned los ojos en aquel navío que se lleva las caras prendas de vuestros parientes, encerrándonos en estotro que en la ribera nos dejaron, casi, a lo que creo, por ordenación del cielo!
¡Qué remonísima estaba cuando me decía estas cosas con alterada voz y palabra torpe, despojando de sus farolillos encarnados con una mano, y no muy firme, la penquita de brezo que sostenía con la otra, los ojos humedecidos y cobardes, sonrosadas las mejillas y un poco agitado el seno!
Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas: -Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Y sin embargo, al poner proa al Oeste, siguiendo la misma latitud, refrescaba el aire, y el Almirante encontraba en las costas de Venezuela la isla de la Trinidad, «de temperancia suavísima según sus escritos , con tierras y árboles muy verdes y hermosos, como en Abril las huertas de Valencia, y la gente de muy linda estatura y casi blancos, más astutos y de mayor ingenio que los negros, y no cobardes».
Palabra del Dia
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