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Actualizado: 29 de junio de 2025
Así se lo dijo doña Paca a Fortunata, cuando esta le preguntó por su amo. «Anoche ha estado muy inquieto, porque hemos tenido convite y recepción en el principal y los coches no cesaron de alborotar en la calle hasta la madrugada.
No es ponderable lo que padeció la infeliz mujer, mientras estuvo a su cargo Marisalada. Por parte de esta no cesaron las burlas ni las rebeldías, ni por parte de la maestra los sermones sin provecho y las exhortaciones sin fruto. Dos ocurrencias agotaron la paciencia de señá Rosa, con tanta más razón, cuanto que no era en ella virtud innata, sino trabajosamente adquirida.
Los toques de la campana eran pesados y lentos.... Cesaron, y, un instante después, estalló en todas las torres un repique bullicioso y plácido, retozón e infantil, como si convocara turbas escolares, como si los tañedores fuesen angelillos traviesos escapados del cielo. ¡Las misas de aguinaldo! Oí ruido en la habitación contigua. Tía Pepilla se había levantado, y no tardó en llamarme.
A sus primeras palabras, todos los que conservaban alguna energía se agitaron bajo la luz humosa del único farol. Cesaron los quejidos. Se hizo un silencio de sorpresa, de pavor, como si estos moribundos pudiesen temer algo más grave que la muerte. Al oír que iban á quedar abandonados á la clemencia del enemigo, todos intentaron un movimiento para incorporarse; pero los más volvieron á caer.
Pero no hay que perder de vista que si la virtud depende de nuestras propias acciones, la honra depende de la opinión ajena. Pues ya tienes en favor tuyo la de las gentes honradas... ¿Qué más quieres?... Nada, nada más quiero replicó Jacobo . Por eso, en cuanto el padre Cifuentes me lo aconsejó, cesaron al punto mis dudas.
Al fin cesaron y el templo quedó en un silencio frágil y artificioso, a menudo roto por algún constipado rebelde o por el trompeteo de una nariz al sonarse. El orador era joven, alto y delgado, con grandes ojos negros enclavados en un rostro pálido y correcto. Vestía también sotana con sobrepelliz y bonete. Infundía respeto por su gravedad dulce y mansa.
13 Llevaron los jóvenes a moler, y los niños desfallecieron en la leña. 14 Los ancianos cesaron de la puerta, los jóvenes de sus canciones. 15 Cesó el gozo de nuestro corazón; nuestro corro se tornó en luto. 16 Cayó la corona de nuestra cabeza. ¡Ay ahora de nosotros! Porque pecamos. 17 Por esto fue entristecido nuestro corazón, por esto se entenebrecieron nuestro ojos,
Repentinamente cesaron los gemidos de Raquel: vuelta a la conciencia de las cosas, su mirada continuó fija en Adriana, con la misma extrañeza, con el mismo estupor. Porque a medida que se sustraía a la influencia de la pesadilla, iba apoderándose de ella una sorpresa profunda ante la dolorida solicitud de su hermana. Le parecía otra.
Púsose el niño muy encarnado, corrieron de nuevo sus lágrimas y con verdadera efusión llevó por segunda vez a sus labios la mano del religioso. Poco a poco fueron desfilando los carruajes, y cesaron al fin los gritos de despedida. ¡Adiós!... ¡Adiós!... repetía el anciano. Todavía aparecían algunas manitas saludando a lo lejos por las ventanillas de los coches: ¡Adiós!... ¡Adiós!...
Cuando cesaron, me vi precisado a venir a España, y vivir a expensas de un hermano que tenía en Galicia, ayudándole en la administración de sus rentas. Pero este hermano había fallecido, y su esposa, a quien pertenecían todos los bienes, tenía un carácter que me había hecho padecer bastante, hasta que al fin rompimos definitivamente. Quedé sin medio alguno para vivir.
Palabra del Dia
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