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Actualizado: 19 de octubre de 2025


Para mostrar el profundo desprecio, que merecía el paganismo, se introdujo una especie de fiesta satírica ó burlesca, que se celebraba en las iglesias con varias bufonadas y disfraces extraños, la cual, á pesar de su objeto, opuesto á ellas, recordaba de muchas maneras las diversiones paganas.

Despues de la caida del sol volvia á reunirse en coro el clero parroquial para cantar vísperas; y durante la noche se decian los nocturnos, en tres tiempos, lo mismo que las horas. Cada dia el rector con su clero celebraba en la parroquia los divinos oficios con esta distribucion de horas y nocturnos, y con diferencia de himnos y oraciones segun se rezaba de santo mártir, ó confesor, ó vírgen.

Ambos nos habíamos dado cuenta rápidamente de que el desconocido, aun cuando de contextura más bien delgada, era extraordinariamente muscular. Y este era el hombre que celebraba esas frecuentes entrevistas secretas con Fray Antonio, el grave monje capuchino. Había demostrado que no nos tenía miedo, por la manera audaz con que había venido a vernos, y la franqueza con que nos había hablado.

Por desdicha, pasaban los meses y no venía ninguna compañía dramática. La poesía fué estrechando más y más la amiganza entre Novillo y Apolonio. Novillo celebraba mucho los poemas amatorios de Apolonio, y siempre que componía uno nuevo se lo pedía para «empaparse» en él, decía, leyéndolo a solas.

Don Evaristo vivía, desde que obtuvo el retiro, en el segundo piso de un caserón aristocrático de la calle de Don Pedro. Era uno de esos palacios grandones y sin arquitectura, construidos por la nobleza. En el principal había una embajada, y cuando en ella se celebraba sarao, decoraban la escalera con tiestos y le ponían alfombra.

Inmensa multitud se apiñaba en aquellos improvisados sitios de recreo, y oíanse los gritos y vivas con que se celebraba el gran suceso de la Albuera. Aguardamos largo rato. Los amigos de lord Gray y D. Pedro esperaban en la muralla en dos grupos distintos. ¿Se han traído los garrotes? preguntó sigilosamente uno de los de lord Gray.

El capitán celebraba mucho el verle, como si fuese un aparecido del pasado al que podía comunicar la alegría de su exuberante felicidad. Escuchaba á su segundo, alegrándose de que todo marchase bien en el buque. Y cuando Tòni, con voz balbuciente, se atrevía á preguntarle la fecha de la partida, Ulises ocultaba sus vacilaciones bajo un tono de prudencia.

Detrás venían seis ú ocho sacerdotes, casi todos los que contaba el concejo. Dieron la vuelta al templo y sobre el altar portátil levantado á sus espaldas colocaron la imagen. Allí se celebraba la misa al aire libre el día de la fiesta. La pequeña iglesia no podía contener á la muchedumbre de los fieles.

Podían estar allí Fulano o Mengano, con los cuales, el buen papá, no quería compartir ni la atmósfera. El año anterior, don Mateo había tratado de resucitar el antiguo baile de Piñata, de imperecederos recuerdos para todo buen sarriense, que se celebraba en el primer domingo de cuaresma. Este año, el incansable viejo volvió a la carga con más ardor.

Se abrieron luego las nubes y abundante lluvia, un verdadero diluvio, empezó a caer sobre la tierra. No había coche ni silla de manos en que irse, y María Antonia Fernández, alias La Caramba, se refugió en la iglesia de Capuchinos del Prado, donde se celebraba en aquel momento una solemne función religiosa. Predicaba fray Atanasio, predicador tan elocuente como severo.

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