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Actualizado: 19 de octubre de 2025
La franqueza graciosa con que don Jaime decía piropos a doña Manolita, hacía resaltar todo el mérito y todo el lisonjero significado de aquella circunspección con que celebraba la hermosura y demás excelencias de la aristocrática hija del marqués de Villafría.
Al día siguiente era domingo y se celebraba en las Escuelas el baile acostumbrado de todas las semanas. Se bailaba por la tarde, de tres a siete. El salón era espacioso, construído hacía pocos años para escuela de niños. Los bancos de éstos se amontonaban en la plataforma destinada al maestro. Las paredes estaban tapizadas de carteles.
Lo que a ti te gusta, condenao: ajito caliente. Y los dos sonreían, aspirando el tufillo de la cazuela, donde acababan de cocerse el pan y el ajo, bien majados. La anciana ponía la mesa, sonriendo a los elogios con que celebraba Rafael sus manos de guisandera.
Y acto continuo se puso a hacer el elogio caluroso de aquel su amigo Gustavo, un pintor eminente que hacía ya algunos años había obtenido primera medalla en la Exposición, un hombre de mundo, elegante, fino, culto ¡y con unas salidas! Todo el mundo las celebraba en Madrid. Sofocado por la risa nuestro joven narró algunas de ellas. Clara escuchaba con fingida atención. En realidad estaba distraída.
Yo, al llegar en mi góndola al pié de la iglesia del Redentor, pregunté á un hombre que se aproximó, como hacen siempre que las góndolas tocan en la orilla, le pregunté, digo, cuál era la funcion que se celebraba aquel dia. El hombre á quien me dirijí era un venerable anciano, pobremente cubierto con un raido traje.
Más tarde se muestra también en los teatros, ya intercalado en los dramas, especialmente en entremeses y sainetes, ya independiente de ellos, y sólo á la conclusión de la comedia, como sucedía en tiempo de Lope de Rueda . En las fiestas con que se celebraba la Navidad, había de haber necesariamente autos y bailes, dos al menos, ateniéndonos al acuerdo del ayuntamiento de Carrión de los Condes de 1568 .
Este fervor religioso de Vetusta comenzaba con la Novena de las Ánimas, poco popular, y la muy concurrida del Corazón de Jesús, no cesando hasta que se celebraba la más famosa de todas, la de los Dolores, y la poco menos favorecida de la Madre del Amor Hermoso, en el florido Mayo, esta última.
El devoto Caragòl era iracundo y malhablado como un profeta cuando consideraba en peligro su fe. «¿Quién era el hijo de pulga que se atrevía á dudar de lo que él había visto?...» Y lo que él había visto era la fiesta de los peixets, que se celebraba todos los años, oyendo á doctísimos varones el relato del milagro en la capilla conmemorativa edificada al borde del barranco.
Al volver a Barcelona, la vida de Gabriel fue un torbellino de proselitismo, de luchas y de persecuciones. Los compañeros le respetaban, viendo en él al amigo de los grandes propagandistas de «la idea», al hombre que había corrido casi toda Europa y se escribía con los revolucionarios más famosos. No se celebraba mitin sin el compañero Luna.
Entonces los aficionados volvían los ojos a otros principiantes, esperando con una fe hebraica la llegada del matador gloria de Madrid. Gallardo no osaba aproximarse a esta demagogia tauromáquica, que le había odiado siempre y celebraba su decadencia. Los más de ellos no iban a verle en el redondel, ni admiraban a ningún torero del presente. Esperaban su Mesías para decidirse a volver a la plaza.
Palabra del Dia
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