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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Quiere levantar la cortina, pero ésta no cede; parece sólidamente sujeta al marco de la puerta. ¿Quién es? grita la voz de Martín. ¡Yo, Juan! ¡No entres! Juan se estremece. Aquel «no entres» le ha atravesado el pecho como una puñalada. Cuando se trata de estar junto a la que sufre, de llevarle el consuelo y la paz, le gritan: «¡no entres

Y de pronto, como cuerpo muerto que un obstáculo fortuito ha detenido en su caída y rueda al abismo así que la valla cede y se rompe, las vitalicias se vinieron abajo estrepitosamente, dando rebotes sobre los puntos; y el oro alzó el vuelo y se plantó en el 350, sacudiendo sus alas orgullosas. Un clamor terrible se oyó, prolongado, ensordecedor.

¡Voto a tal! no se moleste usted, señor Durand; usted es uno de los antiguos, un amigo del pobre señor Kernok. Y de nuevo levantó los ojos al cielo suspirando. ¡Qué quieres, muchacho! cuando llega la hora de desamarrar dijo el señor Durand sorbiendo, con un largo resoplido, una gota de aguardiente que quedaba en el fondo de su vaso , cuando el cable cede, el áncora se va al fondo.

En semejantes casos, usada la cicuta antes del acónito, produce una flojedad favorable y un alivio estraordinario; la misma tos cede con facilidad.

El clavo histérico cede tambien al café, si hay zumbido de oidos, palpitaciones, timpanitis hipogástrica, deseos venéreos, inconstancia en los placeres y en el carácter. La escesiva escitacion, durante las reglas abundantes, reclama café, y acaso la manzanilla y la nuez vómica.

Yo también, como el pescador de la leyenda, veo la maravillosa sirena hacerme señas con el dedo, me siento atraído por su mirada que fascina y oigo resonar el eco de su canto pérfido y melodioso, «¡Ah! ven, ven conmigo y seremos felices.» A veces me siento envidioso del joven que cede al llamamiento de la sinuosa ondina, cuya flotante cabellera va á mezclarse con las del verde limo.

Los otros replicaban que esos reivindicadores de las máximas ideales humanas no eran inaccesibles a las pasiones, sino que por el contrario, lo eran y mucho y lo probaban citando las numerosas aventuras del Príncipe, y que la razón, que en la generalidad de los hombres cede bajo el imperio de la pasión, debía ceder en ellos tanto y más aún.

De la furia el ardor, del sol la calma Tenia en duda de una, y otra parte La vencedora y pretendida palma. Del cuervo en esto el lobrego estandarte Cede al del cisne, porque vino al suelo Pasado el corazon de parte á parte. Su alferez, que era un ANDALUZ mozuelo Trobador repentista, que subia Con la soberbia mas allá del cielo,

Socórrame Vd. ¡Sea Vd. mi amparo! 30 de Mayo. Dios me ha dado fuerzas ara resistir y he resistido. Hace días que no pongo los pies en casa de Pepita; que no la veo. Estoy pálido y ojeroso; y mi padre, lleno de afectuoso cuidado, me pregunta qué padezco y me muestra el interés más vivo. El reino de los cielos cede a la violencia, y yo quiero conquistarle.

¿Qué hay en vuestras palabras, Dorotea, que las hace para agudas y afiladas como un puñal? Hay, que no me conocéis bien: hay vuestro recelo... ¡creéis que yo estoy ofendida de vos! Debéis estarlo. Lo estaría si os hubiéseis casado con otra mujer. Una mujer que ama no cede á ninguna su amor.

Palabra del Dia

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