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Actualizado: 21 de junio de 2025


De un lado las niñas, cubiertas con velos vaporosos, ceñida la sién de rosas blancas; del opuesto nosotros, los varoncitos, de gala, ornado el brazo con un moño de moaré flecado de oro. Y luego, la salida del Templo, después de dar gracias. ¡Ah! ¡Qué alegremente que repicaban las campanas! ¡Cómo olían los aires a primavera!

Sin saber lo que hacía, y sin poder contenerse, corrió a un armario, sacó de él su traje de cazador, que solía usar algunos años allá en Matalerejo, para perseguir alimañas por los vericuetos; y se transformó el clérigo en dos minutos en un montañés esbelto, fornido, que lucía apuesto talle con aquella ropa parda ceñida al cuerpo fuerte y de elegancia natural y varonil, lleno de juventud todavía.

La alcanzó; la tuvo ceñida y manoseada brutalmente; la tuvo saturada por su aliento avinagrado, maculada por sus besos voraces y estuosos.... Ya se reía, con una risa sádica y proterva, una risa de victoria y ufanía.... Pero la muchacha se defendía, convulsa y desesperada, con denuedo asombroso y tenaz que centuplicaba sus fuerzas y ponía en sus ojos profundos una lumbre de sagrado furor.

Muchas personas han pasado este arroyo y han visto esta guaca, porque han oido lo ya dicho á los indios, y han visto esta piedra: que preguntando á los indios que qué figura tenia este Viracocha cuando ansí le vieron los antiguos, segun que dello ellos tenian noticia, y dijéronme que era un hombre alto de cuerpo y que tenia una vestidura blanca que le daba hasta los piés, y questa vestidura traia ceñida; é que traia el cabello corto y una corona hecha en la cabeza á manera de sacerdote; y que andaba destocado, y que traia en las manos cierta cosa que á ellos les parece el dia de hoy como estos breviarios que los sacerdotes traian en las manos.

De pronto, al hincar su mordedura en la parte más gruesa, hizo un gesto espantoso y arrojó la fruta al corredor, sacudiendo los brazos y exclamando: ¡Vade retro, vade retro! El Enemigo acababa de mostrarle en aquella poma ceñida y abultada las formas de la mujer.

Lindante con el antiguo caserón de aspecto conventual había un gran jardín, y en su centro, una casa ceñida por macizos de verdura y sombreada por álamos y olmos seculares. Casa y jardín decían con mudas voces que en ellos habitaba mujer, y mujer joven.

Iban algunos armados de trabucos, ceñida la cabeza con el pañuelo aragonés, cómodo tocado de las revoluciones. Su actitud y sus rumores anunciaban la agitación que en el pueblo reinaba. Iba á cometerse un gran crimen. ¿Sabía el pueblo lo que iba á hacer y á qué principio obedecía haciéndolo?

Estaban ambos en pie, cerca uno de otro, los dos arrogantes, esbeltos; la ceñida levita de Mesía, correcta, severa, ostentaba su gravedad con no menos dignas y elegantes líneas que el manteo ampuloso, hierático del clérigo, que relucía al sol, cayendo hasta la tierra.

Vestida con sus mejores trapitos y ceñida la cintura con una faja negra que sobre la bata blanca marcaba nítidamente el límite de su robusto talle, se aproximó cautelosamente mirando hacia el comedor y al estar casi junto a Melchor le dijo: ¿Ha visto lo que ha hecho Anastasio?... Eso no tiene importancia, Ramona, Anastasio estaría borracho...

Trae, como veis, una guirnalda de hiedra y de violetas, con que le ha coronado hoy su esposa, para simbolizar el púdico, modesto y apretado lazo con que siempre la tuvo ceñida y prendida.

Palabra del Dia

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