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Actualizado: 21 de julio de 2025


No osaba penetrar en ellos: temía encontrarse con el banco en que habían estado aquella tarde. Avanzó por las calles de la ciudad, estrechas, sin aceras, pavimentadas de anchas losas, como en muchas poblaciones de Italia. Las viviendas, viejas y altas, recordaban los tiempos en que el suelo era precioso dentro de una península estrechamente ceñida por sus fortificaciones.

Por lo demás, actividad, industria y arte... mucha comedia, mucha caza, y mucho martillazo. ¡Zas, zas, zas, pum! ¡Viva la vida!». Así pensaba don Víctor, ceñida al cuerpo la bata escocesa, y clava que te clavarás, en su nuevo taller, en un cuartucho del piso bajo, con puerta al patio.

Celedonio ceñida al cuerpo la sotana negra, sucia y raída, estaba asomado a una ventana, caballero en ella, y escupía con desdén y por el colmillo a la plazuela; y si se le antojaba disparaba chinitas sobre algún raro transeúnte que le parecía del tamaño y de la importancia de un ratoncillo.

En el dia está ceñida dicha administracion á distribuir alguna vez en el año las cartas que se reciben de la Península, y anteriormente de Nueva-España en las Naos de Acapulco y de la real compañía de Filipinas que iban de América, ó por el cabo de Buena-Esperanza. A fines del siglo pasado, ó sea desde 1792 á 1797, los productos de la citada administracion apenas llegarían á 7671 p. f.

Después á las de Lizamendi en un grupo de señoras, con la falda ceñida y el andar arrogante. Miraban á todos lados como si buscasen á alguien entre el gentío hostil, y al verle, la madre y la hija mayor casi sonrieron satisfechas de no haberse equivocado. ¡También estaba allí!... El mal hombre estaba donde le correspondía.

Acercóse Roger muy quedamente y observó con sorpresa que Tristán tenía cruzado á la espalda el arco de Simón y ceñida la espada de éste y que entre los dos, como si fuese la puesta de la próxima jugada, se hallaba el casco del arquero. ¡Maldición! exclamó éste al mirar los dados. ¡Uno y tres! No he tenido suerte peor desde que salí de Rennes, donde perdí hasta los borceguíes. À toi, camarade.

Sublime abrazo inmenso Rodeado por las balas, En medio al humo denso; Bajo las negras alas De la terrible muerte Y con la sien inerte Ceñida de laurel! Y al abrazar la tierra Con ánimo esforzado, Su alarido de guerra Por el viento llevado Resonó en los hogares, Y en los undosos mares, Cual voz de redencion.

En los más antiguos se usa indistintamente de la rima perfecta ó del asonante, pero las vocales finales son las mismas en toda la composición, v. gr.: Porque el gran emperador Así lo había mandado, Llegó el valiente Roldán De todas armas armado, En el fuerte Briador, Su poderoso caballo, Y la fuerte Durlindana Muy bien ceñida á su lado; La lanza como una entena, El fuerte escudo embrazado, etc.

La hermosa ciudad del Occidente, ceñida, como la diosa de Chipre, de su blanco cinturón de espuma, lanzaba una fresca y alegre carcajada. ¡Oh, feliz el que la haya oído reir de este modo! ¡Más feliz aún el que pueda vivir y morir en su seno amoroso, bañándose en su aire tibio bajo un cielo trasparente, escuchando los besos incesantes de su mar azul que riza la brisa!

Se escapó, señor, se escapó no hace media hora.... En un momento que me descuidé.... Salí a comprar varias cosas.... Le dejé paseando en el comedor con el capote puesto y la espada ceñida. Como otras veces andaba en el mismo empaque, no sospeché.... Todavía no habrá salido de la ciudad.

Palabra del Dia

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