Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 15 de julio de 2025
El cantero rompe la piedra con su martillo, y al vencerla se envenena tragando el polvo en invisibles partículas; cada martillazo se lleva un fragmento de su vida.
Al instante estoy para ti; otro martillazo nada más, y la avería que tenemos en la línea de flotación habrá desaparecido del todo... Bueno, ya te ha llegado el turno; ¿es que no somos cuñados? Sí, un poco respondió Zeli. El señor Durand descolgó el farol y lo aproximó al maestro Zeli que esbozó una entre mueca y sonrisa, muy orgulloso de la sorpresa que iba a dar a Durand.
Por lo demás, actividad, industria y arte... mucha comedia, mucha caza, y mucho martillazo. ¡Zas, zas, zas, pum! ¡Viva la vida!». Así pensaba don Víctor, ceñida al cuerpo la bata escocesa, y clava que te clavarás, en su nuevo taller, en un cuartucho del piso bajo, con puerta al patio.
Años hace que el ángel de mis sueños oyó, desde el mundo de la luz, mi triste plegaria y el funeral doblar que escribe en el libro de la vida la última letra, al confundirse con el ruido de la piqueta que abre la fosa y el martillazo que cierra el ataúd; últimos adiós que se elevan desde el fondo de la tumba á los que quedan esperando en el teatro del mundo la realidad de la muerte.
Todas las ofícialas corrieron espantadas al auxilio de su jefe; pero por pronto que acudieron, no fue posible impedir que Fortunata, empuñando su llave con la mano derecha, le descargase a la otra un martillazo en la frente; y después, con indecible rapidez y coraje, le echó ambas manos al moño y tiró con toda su fuerza. Los chillidos de Aurora se oían desde la calle.
Como las cucharas, pues: antes, para hacer una cuchara, no había máquinas de aplastar el metal, ni de sacarlo en láminas delgadas como ahora, sino que a martillazo puro tenía que irlo aplastando el platero, hasta que estaba como él lo quería, y recortaba la cuchara a fuerza de mano, y a muñeca viva le daba al mango el doblez, y para hacerle el hueco le daba golpes muy despacio, cada vez en un punto diferente, encima de un yunque que parecía de jugar, con la punta redonda, como un huevo, hasta que quedaba hueca por dentro la cuchara.
Old Sam daba un martillazo a la palomilla de hierro que sujetaba el ancla de proa, y poco después se echaban las otras tres y quedaba el barco inmóvil. El nuevo Tristán y yo presenciamos el embarque, el primero que hicimos con este piloto.
Un martillazo dado por inadvertencia en una arista saliente hizo que las dos enormes valvas de plata se abriesen de pronto, lo mismo que una concha gigantesca, lanzando un crujido metálico. Los hombres de fuerza se apresuraron á tirar de ellas, temiendo que se cerrasen, y quedó visible su interior.
Palabra del Dia
Otros Mirando