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Gener, o más bien aconsejar a los lectores que se aperciban contra ellas de cierta cautela, más indispensable a los españoles que a los hombres de otros países.

Lubimoff tuvo el presentimiento fatal del marino que percibe bajo sus pies el temblor del buque que va á abrirse, del soldado que adivina el principio de la derrota. Un segundo golpe; y la banca perdió otra vez. Miguel se aproximó con cierta cautela á la silla que ocupaba Alicia. Son las dos.

Era menester mucha cautela. La tentación decía palpita por doquier. Todo es arma y cebo para el Demonio. Un día que Ramiro le llevó en obsequio una hermosísima pera, en un cestillo de mimbre, el lectoral comenzó a saborearla sin quitarle la piel. Era una pera de las que llaman calabaciles por su doble turgencia.

Con este sistema de cautela y recato, les iba tan bien que D. Evaristo no cesaba de congratularse. «¿Ves, chulita, cómo de este modo estamos en el Paraíso? Así se consiguen dos cosas, la tranquilidad dentro, el decoro fuera. ¿Qué necesidad tengo yo de que me llamen viejo verde? Y , ¿por qué has de andar en lenguas de la gente? Aquí tienes lo que yo te quería enseñar, ser persona práctica.

, bien merecía aquel hijo de las entrañas que se le arrancasen aquellas espinas del alma. ¡Había sido tan buen hijo! ¡Había sido tan hábil para conservar y engrandecer el prestigio que le disputaban!». Desde que doña Paula vio que «no estallaba un escándalo», que don Fermín mostraba discreción y cautela incomparables en sus extrañas relaciones con la Regenta, se lo perdonó todo y dejó de molestarle con sus amonestaciones.

Con la mayor cautela, tomé un grueso bastón que solía acompañarme en mis viajes, y conteniendo la respiración y avanzando unos pasos, le asesté tremendo golpe sobre el ala izquierda, que sonó seco y lastimero contra el barandal de hierro. Cayó el pájaro a la calle y yo, por lo pronto, no me atreví a asomarme, temiendo que algún transeunte fuese testigo de mi acción nefanda.

Se calló porque sintieron pasos, ya muy cerca, como de una persona que subía con cautela, y miraron a la meseta intermedia, esperando a que el que subía diese la vuelta. La aparición de aquella persona les dejó a ambos muy sorprendidos.

Cauta y astuta, soñaba con atraer diestramente al uno y a la otra por los caminos que ella juzgaba conducentes al término a que aspiraba, y ya comprometidos y metidos en él, y cuando fuese muy difícil volver atrás, declarar ella su propósito y mostrarles el término, si no le veían. Con Inesita, sobre todo, que era sobrado poética e inexperta, procedía doña Beatriz con superior cautela y disimulo.

¡Ay Dios! ¿Quiés ver ahora mesmo dos pucheraos de leche? Verás, verás.... Y salta el rapazuelo, y en pos de él el otro, desde la pila al portal, y llegan á la cocina mirando con cautela en derredor, por si el tío Jeromo, padre del primero, anda por las inmediaciones.

Para conseguirlo fue a rondar a las altas horas de la noche el edificio de los Consejos, dio un silbido penetrante, como un enamorado que avisase a su novia, y al poco rato se abrió con cautela una ventana del piso alto y se vio un hilo de seda flotar en el aire; Miguel amarró apresuradamente el manuscrito y el hilo comenzó a subir arrastrándolo consigo.