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Actualizado: 1 de junio de 2025


Una de ellas, la tía pescueza que decía Primo, vino hacia con una cañita, y se la bebió, diciendo: Por uté, güen moso. Luego se sentó a mi lado y emprendió mi conquista, sin lograr enternecerme. Sus redondeces excepcionales no me hacían efecto: me causaban asco.

No me dejarán reposar; ni aun cuando rezo estoy seguro: vamos, Lerma, vamos: y espera aquí dijo el rey al montero mayor. Felipe III y su secretario universal se encerraron. Veamos de qué se trata dijo el rey con el empacho que le causaban todos los negocios. Del asunto de doña Clara Soldevilla.

Risa inextinguible le causaban los que sostienen que se ignora el origen de estas ideas. Lo ignorarían ellos. Moreno y él sabían perfectamente a qué atenerse. Eran sensaciones, nada más que sensaciones, agradables o desagradables, como las que produce la humedad, el calor o la fetidez de las alcantarillas.

Tenía además la intendenta otro defecto que, apesar de su acreditada paciencia, solía indignar a los pretendientes; se dormía a menudo en la butaca y los tenía toda la noche hablando entre y en voz baja; noches perdidas para el bloqueo de la plaza, que causaban profundo desaliento en los tertulios.

Mientras subían el telón seguimos charlando, aunque muy bajito: se había establecido entre nosotros una gran intimidad, y me abandonó una de sus manos que yo acariciaba embelesado. Sabía música, pero había ido al teatro pocas veces; así que las melodías inspiradas de la ópera de Bellini le causaban profunda impresión, que se traducía por un leve temblor de las pupilas y los labios.

No menos causaban risa las necedades que decía el barbero que los disparates de don Quijote, el cual a esta sazón dijo: -Aquí no hay más que hacer, sino que cada uno tome lo que es suyo, y a quien Dios se la dio, San Pedro se la bendiga.

El aire vivo que me hería las sienes, el aroma penetrante del azahar, los olores cordiales del campo que a él se mezclaban, la caricia ardiente de aquella naturaleza poderosa que sentía en el rostro me embriagaban, me causaban escalofríos de dicha. La torre que había visto se acercaba, elevándose cada vez más a mis ojos. El blanco grupo de casas yacente a sus pies se extendía.

Estaba enterado de los grandes males que causaban los submarinos en las cercanías de Inglaterra, pero en una zona reducida, en el limitado radio de acción de que eran capaces. El Mediterráneo, afortunadamente para los buques mercantes, se hallaba á cubierto de sus traidoras asechanzas. Ferragut le interrumpió con una vehemencia meridional.

Estaba de rodillas, el cuerpo doblado, la cabeza apoyada en uno de los rincones. Así que entró, empezó a sentir el malestar de la postura; no podía alzar la cabeza, ni enderezar poco ni mucho el cuerpo; las piernas encogidas también de tal manera, que le causaban calambres.

Aquellos árboles, llenos de vigor, henchidos de salud y de fuerza, le seducían: su inmovilidad augusta, el recogimiento de sus copas, le causaban una sensación melancólica: la fortaleza de sus enormes brazos, que se extendían por el espacio firmes y poderosos, repletos de savia, le infundían respeto y envidia.

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