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Actualizado: 1 de junio de 2025


Al siguiente día de Pascua de Resurrección trató el P. Zea de ajustar las paces y reducir al conocimiento de Dios los Carerás, para limpiar de esta manera el camino de peligros y encuentros con aquellos caribes, que causaban no poco terror á los pasajeros y servían de embarazo á la dilatación de la santa fe.

Había momentos en que el fugitivo modelado de las mejillas, el brillo de los ojos, el indefinible dibujo de la boca daban a la muda efigie movilidades que me causaban miedo. Hubiérase dicho que me escuchaba, me comprendía, y que el implacable y sabio buril que la había aprisionado en un rasgo tan rígido, era lo único que la impedía conmoverse y contestarme.

Por otra parte, á esos sirenos, demasiado análogos con el hombre, teníaselos con más razón por una ilusión diabólica, y tal era la abominación que causaban en la Edad Media, que su aparición señalábase cual un espantoso prodigio que Dios, en su justa cólera, permite para aterrorizar al pecado. Apenas nadie se atrevía á citarlos, apresurándose á hacerlos desaparecer.

La cigüeña se dejó acariciar y mostró la satisfacción y el gusto que aquellas nobles caricias le causaban, entornando los párpados como si se adormeciese y restregando suavemente el largo cuello sobre la vestidura de la linda dama. Pasó ésta la mano por el cuello de la cigüeña, bajándola hasta el ancho buche, cubierto todo de abundantes y blancas plumas.

No por hacer callar a la maledicencia, de la que nadie se acordaba, a no ser Bonis, sino porque no había manera decorosa, ni aun medio decorosa, de continuar cubriendo las apariencias, ni tampoco recursos para seguir manteniendo los grandes gastos que causaban aquellos restos de la compañía disuelta, se comprendió la necesidad de que terminase aquel estado de cosas, como le llamaba Reyes.

¡Con otra mujer! dijo ella, repitiendo la frase como una muletilla, a la cual no se saca sentido. Sus miradas vagaban por los dibujos de la colcha. , con otra mujer a quien conoces. El asesino le iba soltando a la víctima las palabras en dosis pequeñas, y la miraba observando el efecto que le causaban.

Representaba la revolución no sólo política, sino social y económica; era el enemigo de todo lo existente; sus teorías causaban profunda irritación como una música nueva e incomprensible que alterase el oído adormecido. Pero se le escuchaba con respeto, con la veneración que inspiraban sus años y su historia irreprochable.

Soledad ni cantaba ni tocaba la guitarra, pero tenía habilidad notoria para bailar las danzas andaluzas. Mas, contra lo que acaece generalmente, no gustaba de mostrar su gracia; y aun puede decirse que desde hacía algún tiempo tenía el baile en aborrecimiento. Por lo cual sus amigas se abstenían de solicitarla en este particular, sabiendo que le causaban disgusto.

Algún tiempo después de este pequeño drama burocrático sentimental, parió otra vez doña Manuela, y estando convaleciente, llegó de Madrid para don José uno de los pliegos oficiales que tanto trastorno le causaban: su traslado a Valladolid, con la orden ineludible de ir inmediatamente a tomar posesión del nuevo cargo. ¡Aquéllos fueron apuros!

El bufón se retiró sin ruido, la miró un momento al través de la abertura del tapiz con una mirada profunda, en que había tanta ternura hacia ella, como amenaza, como cólera hacia los que causaban el doloroso estado de la joven. Está sola dijo y entró con él; él debe estar con la otra; busquemos otro camino; es necesario saber de lo que tratan esos miserables.

Palabra del Dia

rigoleto

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