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Actualizado: 20 de junio de 2025
El la deseaba, y á su deseo carnal se iban yuxtaponiendo otros menos materiales: la necesidad de velar por el placer de verla, de oírla, de sufrir sus negativas, de sentirse repelido en todos sus avances. Ella guardaba un buen recuerdo de la expedición á las alturas de San Martino. Debió usted encontrarme ridícula á causa de mis sensiblerías y mis lágrimas.
Así es que si me hallo con bríos para pegársela al mismo Satanás, de quien estos pícaros dicen que soy sobrina carnal, ¿cómo no he de poder pegársela a doña María, que aunque principalota, se deja embobar por un credo bien rezado y por una parla sobre la gente antigua, siempre que cuide uno de adornar el rostro con dos lagrimones, de cruzar las manos y mirar al techo, diciendo: «¡Señor, líbranos de las maldades y vicios de estos modernos tiempos!»?
Osorio espiaba silenciosamente, con disimulada ansiedad, los progresos de la enfermedad, cuyo desenlace arrastraría consigo a la vez el término de sus apuros. D.ª Carmen se desprendería de su envoltura carnal y él de sus acreedores. La misma Clementina, objeto predilecto de la ternura de la angelical señora, no podía menos de gozar con la perspectiva de tanto millón como iba a caer en sus manos.
Y eso que Juan de Aguirre era pariente mío. ¿Juan de Aguirre y Lazcano? El mismo. Era mi tío carnal. ¿Qué se hizo de él? Debió morir. Yo he asistido a su funeral. ¿Cuánto tiempo hará de eso? Pues, hará cerca de veinte años. No puede ser. Hace unos catorce o quince años, Juan de Aguirre vivía, y estaba, según me dijeron, en Ilo-Ilo. No creo que fuera él; me parece imposible.
Todas somos de la familia: esta buena moza es su tía carnal; estas dos son sus hermanas, que en la cara se les conoce; estas tres gordinfloncitas son sus primas por parte de madre; yo y esta borradita, sus sobrinas, aunque no lo parezcamos; la de más allá, esa negra chicharrona, es la mama que la crió; ésta es su... Basta, basta con la parentela, que es larguita interrumpía el lego sonriendo.
La escena de la despedida los había enternecido y animado; la oscuridad de las calles, alumbradas con aceite, les daba un incentivo en su misterio, y en el cuchicheo de su diálogo se sentía el soplo de la pasión... de la pasión carnal de Nepo y de la pasión de... marido de Marta.
Llegó por fin el día de recibir las órdenes mayores. El gusano nacido de la fiebre pecadora, el fruto del amor profano, el hijo de la pasión carnal, fue súbitamente redimido de impureza y elevado a una dignidad mayor que la de los reyes, revestido con poder análogo al de Dios, como decían los libros en que le hicieron estudiar.
Allí alumbró la senda tenebrosa en su función de numen y atalaya; allí engendró la concepción grandiosa de una fecunda comunión malaya. Tu inteligencia en su carnal encierro, era un poder supremo y absorbente. ¿Que fué tu misma voluntad de hierro sino una fuerza que forjó tu mente?
Es bueno hacer provechosa toda humillación, y aquélla me iluminó acerca de muchas verdades: me hubiera advertido, si hubiese sido capaz de olvidarlo, que aquel amor exaltado, contrariado, germen de desventura, levemente carnal, pero muy cerca de infestarse de orgullo, no se elevaba mucho por encima del nivel de las pasiones ordinarias, que no era peor ni mejor y que el único aspecto que le hacía diferente de aquéllas era debido al hecho de ser menos posible que muchas otras.
Le rodean hermosas mujeres; pero si siente subir a lo largo del espinazo el alegre cosquilleo de la juventud, la savia de la primavera de la vida, la predisposición genésica de una familia que sólo fue notable y alcanzó victorias en las luchas de amor, ha de permanecer frío y austero ante la mirada vigilante de su madre, que sabe que el apasionamiento carnal puede acabar rápidamente con una vida débil y macilenta.
Palabra del Dia
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