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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Rosa llegó a la sala, y ¡cuál no se quedaría al ver a Marisalada asomada al postigo y oyendo al cantor con toda la atención de que era capaz! Entonces se persignó, exclamando: ¡Y todavía no ha cumplido trece años! ¡Sobre que ya no hay niñas!
Las modas femeninas describíalas el cantor en términos extravagantes, que hacían reír a los payeses. El simple Pep reía también de estas burlas, que halagaban a la vez su orgullo de campesino y su soberbia de varón inclinado a no ver en la hembra más que una compañera de fatigas. «¡Verdad! ¡verdad!» Y unía su carcajada a la de los muchachos. ¡Qué Cantó tan gracioso!...
El siglo XIX y el siglo XII viven juntos: el uno dentro de las ciudades, el otro en las campañas. El cantor no tiene residencia fija; su morada está donde la noche lo sorprende, su fortuna en sus versos y en su voz; dondequiera que el cielito enreda sus parejas sin tasa; dondequiera que se apure una copa de vino, el cantor tiene su lugar preferente, su parte escogida en el festín.
Pero Rosita contestó don Modesto , yo no me he entrometido en la gresca, ella fue la que se entrometió donde yo estaba. Si no hubiera usted ido en casa de ese rapabarbas, cantor sempiterno; si no hubiera usted estado allí con la boca abierta, oyendo sus cantos impúdicos, no se habría usted hallado en el caso de ser testigo de ese escándalo.
782 El de ajuera repitió, dándole otro chaguarazo: "Allá va un nuevo bolazo copo y se la gano en puerta a las mujeres que curan se las llama curanderas." 783 No es güeno -dijo el cantor- muchas manos en un plato y diré al que ese barato ha tomao de entrometido, que no creia haber venido a hablar entre literatos.
Tú me pagaste ya, emperador, cuando te hice llorar con mi canto: las lágrimas que arranca a las almas de los hombres son el único premio digno del pájaro cantor. Duerme, emperador, duerme: yo cantaré para ti. Y con sus trinos y arpegios se fue durmiendo el enfermo en un rueño de salud. Cuando despertó, entraba el sol, como oro vivo, por la ventana.
Carlos Broschi, llamado Farinelli, cantor á quien atrajo á su corte Felipe V, fué el encargado de la dirección del teatro del Buen Retiro, y, con arreglo á sus órdenes, se representaron en el mismo las óperas más brillantes, con toda la pompa escénica indispensable.
Jaime comenzó a revolverse en su asiento. ¡Molestarla así, en su presencia, aquel rústico!... Una carcajada más fuerte e insolente de aquellos jóvenes atrajo de nuevo su atención hacia los versos. El cantor se burlaba de la atlota que para ser señora quería casarse con un pobre arruinado, sin casa y sin familia; un forastero que no tenía tierras que cultivar...
A más de Pacheco, elogió también al compositor hispalense, entre otros poetas, Vicente Espinel, quien dijo de él «...que si en la ciencia es más que todos diestro, es tan grande cantor como maestro.»
Todos miraban al cantor, no viendo en él al atlot, perezoso y enfermo, despreciable por su inutilidad para el trabajo. En el rudimentario magín de todos ellos latía algo confuso que les impulsaba a respetar las palabras y quejidos del mozo débil. Era algo extraordinario que parecía pasar con rudo batir de alas sobre sus almas primitivas.
Palabra del Dia
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