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Aquí tiene Vd. demostrado hasta la evidencia la importancia de la forma métrica, y la influencia que ella ha ejercido y ejerce en el desenvolvimiento del entendimiento humano. No estrañe que entre en estos detalles minuciosos sobre la cadencia poética en sus relaciones con la música y con la naturaleza humana, desde que ellos me sirven tan eficazmente al objeto que me he propuesto en esta carta.

Papá dijo la joven con un tono de dulce gravedad que, como una cadencia triste y lenta, interrumpía a veces su alegría , vamos a cercar la mata de retama; así se encontrará en el ángulo del jardín, y alrededor voy a plantar margaritas y crocus, porque Aarón dice que esas plantas no mueren y se desarrollan cada vez más.

La niña se alejó cantando á lo largo de la corriente del arroyuelo, tratando de mezclar algunos acentos más alegres á la melancólica cadencia de sus aguas.

Las horas de agonía, implacables y torturadoras volvieron a empezar... Bajo el aliento de nuestras ardientes oraciones, los muertos amados volvieron a vivir ante nuestros ojos durante un segundo, para caer una vez más sin vida en el fondo de sus tumbas, cerradas para siempre... Sentimos que estaban bien muertos aquellos a quien llevábamos el fiel tributo del recuerdo... En dulce y plañidera cadencia cayeron entonces sobre ellos las oraciones finales que entonaba la voz del que presidía la procesión; diose la bendición, se restableció el silencio... y cada cual, alejándose del campo del reposo, fue a coger de nuevo el fardo de la vida, pensando en los que ya no existen...

Llenóse la casa de ruido, de tilinteo de cascabeles, de cadencia de uñas de perros sobre los pisos de madera, de voces sonoras y de órdenes para tener en punto al amanecer todos los arreos de caza.

La esperanza de que el sujeto de su amor, encubierto con el amigo manto de la tenebrosa noche, viniese a decirla sus amantes penas con la regalada cadencia de la encantadora música, despertándola de su inquieto sueño, tenía a la hermosa indiana, toda anhelo, toda impaciencia, toda oídos y toda ojos; y cuando oyó la voz doliente, dulce y grave del que cantaba, y los conceptos de la amorosa canción, abriéronsela las entrañas para recibir en ellas el encendido suspiro que fue de la canción fin y remate, y confirmación del alma de lo que habían dicho los labios; y saliósela de la suya otro tan amantísimo y hondo suspiro, que si el cantor le oyera, no se tuviera por venido a un valle de lágrimas, sino a un encantado paraíso; y no le oyó, porque a punto sonó el ¡ténganse a la justicia! de la ronda, tras lo cual vinieron las cuchilladas y tumulto.

La rica prosodia de los idiomas onomatopéyicos ha desaparecido en los idiomas modernos, y con ellos el ritmo y la cadencia de la versificacion primitiva, falta que ha sido necesario suplir con la invencion del actual sistema métrico, cuyos recursos armónicos consisten en períodos musicales, marcados por consonantes ó asonantes, acentos y apoyaturas, arte completamente desconocido de los antiguos, por que esto era totalmente inútil, desde que el ritmo suplía ventajosamente la rima.

El discreto Golfín se sentó tranquilamente como podría haberlo hecho en el banco de un paseo; y ya se disponía a fumar, cuando sintió una voz... , indudablemente era una voz humana que lejos sonaba, un quejido patético, mejor dicho, melancólico canto, formado de una sola frase, cuya última cadencia se prolongaba apianándose en la forma que los músicos llamaban morendo, y que se apagaba al fin en el plácido silencio de la noche, sin que el oído pudiera apreciar su vibración postrera.

Nada, como le decía á usted, amigo Isagani, peroraba Sandoval haciendo grandes gestos y sacando una voz armoniosa para que las vecinas del palco, las hijas del rico que debía á Tadeo, le oyesen; nada, la lengua francesa no tiene la rica sonoridad ni la varia y elegante cadencia del idioma castellano.

Dimmesdale era de suyo un rico tesoro, de modo que el oyente, aunque no comprendiera nada del idioma en que el orador hablaba, podía sin embargo sentirse arrastrado por el simple sonido y cadencia de las palabras. Como toda otra música respiraban pasión y vehemencia, y despertaban emociones ya tiernas, ya elevadas, en una lengua que todos podían entender.