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Acordose de su mirada última delante del Tribunal, y la sola evocación de aquellas pupilas llénole el ser de supersticiosa inquietud. Cuando hubo llegado a las primeras colinas del naciente detuvo su cabalgadura. El claro camino corría hacia el porvenir, en la coloración deliciosa de la mañana. Seguirlo era ir en pos de vida nueva.

Mandé dar un pienso a mi cabalgadura y pedí unas frioleras para , más que por satisfacer una necesidad que no sentía, por comprar el derecho de descansar un poco a la sombra y en un banco, bajo techado, ya que no era posible hacerlo al aire libre recreando los ojos en la contemplación del mar, que con estar tan cerca de allí, no se veía más que por el negro boquerón de la ría.

Luego fué hasta su cabalgadura, desatando de la silla el lazo regalado por la hija de Rojas. Llevándolo en su diestra dió un rodeo á través de los matorrales, hasta venir á colocarse detrás del gaucho. Esta corta marcha le produjo intensos dolores. Varias veces las ramas espinosas se engancharon en su hombro herido.

Era un excelente tirador, y sin embargo, hizo un disparo y después otro, sin que la cabalgadura del gaucho cesase en su galope. Iba ya á disparar su última cápsula, cuando el «flete» de Manos Duras titubeó, marchando con más lentitud, hasta que por fin dió una voltereta mortal, levantando una nube de arena con su agónico pataleo.

Doña Guiomar le envió con un criado antiguo, en buena cabalgadura, un lacónico billete diciéndole que regresara cuanto antes, porque su abuelo se hallaba muy malo. En efecto: don Íñigo, consumido por un mal misterioso, pasaba terriblemente a mejor vida, con los labios estremecidos por incesante plegaria. Aquella triste carne, manando humores, anticipaba al sepulcro su trabajo siniestro.

De buena gana hubiera revuelto mi cabalgadura hacia sus risueñas praderías, cruzadas de senderos blandos y tentadores; pero me arrastraba a la derecha el pícaro deber encarnado en aquel condenado espolique, siempre cosido a las faldas de los montes, como si de ellos tomara el vigor y la fortaleza que parecían crecer en él según iba caminando.

Eran los pastores. Luego, un grupo de garrochistas de afición, entre los cuales galopaba doña Sol, palpitante por esta carrera loca al través de las sombras, en la cual un paso en falso de la cabalgadura, una caída, significaba la muerte por aplastamiento bajo las duras patas del feroz rebaño que venía detrás, ciego en su desaforada carrera.

Es también de saber que Malambruno me dijo que cuando la suerte me deparase al caballero nuestro libertador, que él le enviaría una cabalgadura harto mejor y con menos malicias que las que son de retorno, porque ha de ser aquel mesmo caballo de madera sobre quien llevó el valeroso Pierres robada a la linda Magalona, el cual caballo se rige por una clavija que tiene en la frente, que le sirve de freno, y vuela por el aire con tanta ligereza que parece que los mesmos diablos le llevan.

Caían ya oblicuamente los rayos del sol en los zarzales y setos, y un peón caminero, en mangas de camisa, pues tenía su chaqueta colocada sobre un mojón de granito, daba lánguidos azadonazos en las hierbecillas nacidas al borde de la cuneta. Tiró el jinete del ramal para detener a su cabalgadura, y ésta, que se había dejado en la cuesta abajo las ganas de trotar, paró inmediatamente.

Entraba en la medicación el que Pilar anduvíese a lomos de borrico, a fin de que el trotecillo desigual le sirviera de ejercicio moviendo su sangre, sin causarle fatiga; y aunque la enferma aborrecía con toda su alma semejante cabalgadura, y hasta salir del pueblo iba a pie a costa de arrastrarse trabajosamente, consentía en montar, apenas se hallaba fuera de poblado.