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Mira, Medea: es el hijo de mi pobre hermano, lleva mi apellido como , no tenemos hijos... ¿Qué cosa más natural que lo hagamos nuestro hijo, que lo eduquemos conforme a nuestros medios? ¡Ca! No me muelas la paciencia, Ramón, no me impacientes contestaba mi tía Medea furiosa. ¡Yo no necesito de tu nombre para nada! ¡Guárdatelo, que para nada me sirve!

Pues así estaba Nolo en medio de aquellos mozos... Pero el palo restalla y se le quiebra en las manos... Ya está perdido... ¡Ahora si que le van á moler las costillas!... ¡Ca!... Más de prisa que te lo cuento da un salto adelante, arranca el palo á un mozo, vuelve á saltar atrás y empieza á sacudirlo como si fuese un junco del río. ¡Muchachos, en verdad os digo que era gloria el verlo!... Yo estoy en fe de que en toda la parroquia de Villoria no hay ahora ninguno capaz de ponerse delante de Toribión de Lorío más que él... y ¿por qué no hemos de ser francos? tampoco en la de Entralgo.

Venía el bárbaro dando resoplidos, cual si le rindiera la fatiga de tanto negocio como entre manos traía, y arrojando su pavero en el rincón y limpiándose con un pañuelo en forma de pelota el sudor de la nobilísima frente, soltó este gruñido: «Vengo de en ca Bicerra... ¿Ustés me recibieron?

¡Qué par de bebés, eh! exclamó Pepa en voz alta dirigiéndose a Mariana . ¿No es vergüenza que esos mocosos estén casados? ¡Cuánto mejor sería que estuviesen jugando al trompo! Los chicos sonrieron mirándose con amor. Ya jugarán ... en los momentos de ocio manifestó Cobo Ramírez con retintín. ¡Hombre, ca! exclamó Pepa, volviéndose furiosa hacia él . ¿Le han dado a usted cuenta ellos de sus juegos?

Makaraig se detuvo. ¿Y cómo influir? preguntó un impaciente. El P. Irene me indicó dos medios... ¡El chino Quiroga! dijo uno. ¡Ca! Valiente caso hace de Quiroga... ¡Un buen regalo! Menos, se pica de incorruptible. Ah ya, ¡ya lo ! esclamó Pecson riendo; Pepay la bailarina. ¡Ah, ! ¡Pepay la bailarina! dijeron algunos.

La caporala es rica, mismamente rica, tal como lo estáis oyendo, y todo lo que coge aquí nos lo quita a las que semos de verdadera solenidá, porque no tenemos más que el día y la noche. Vive por allá arriba indicó la Crescencia , orilla en ca los Paúles. ¡Quiá, no, señora! Eso era antes.

El tigre, así que hubo terminado, descansó algunos instantes sobre la misma almohada de su víctima. Esta todavía se arrancaba la carne del pecho a puñados para ofrecérsela. Oyes, Julita, ¿cómo hace el gato? ¡Mau, mau! ¡Ca! no es así, verás como hace.

A pesar de esto, el espada decidió abandonar este año a los del Gran Poder, para salir con los de la Macarena, que escoltaban a la milagrosa Virgen de la Esperanza. La señora Angustias se alegró mucho al conocer su decisión. Bien se lo debía a la Virgen, por haberle salvado de la última cogida. Además, esto halagaba sus sentimientos de plebeya sencillez. Ca uno con los suyos, Juaniyo.

Vaya, vaya, ya estás aquí de más, Jacinto dijo al cabo ella haciendo esfuerzos inútiles por ponerse seria. Si no te vas en seguida te restrego la cara con ceniza. ¡Ca! No haría ella eso: no se atrevería á tanto. ¿Que no me atrevo? ¡Ahora verás! Y tomando un puñado de ceniza se lo arrojó á la cara. Jacinto comenzó á toser y estornudar porque se le había metido por boca y narices.

Aun para el humano derecho, tal juramento no obliga ni engendra perjurio: «Ca el juramento, que es cosa santa dice, si mal no recuerdo, la ley del Rey Sabio no fue establecido para mal facer; mas para las cosas derechas, facer e guardarLuego dividió el asunto en dos partes.