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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Ninguna mano celosa barriera las hojas secas que hacían natural y blanca alfombra, ni los parches de boñiga de vaca caídos a trechos como descomunales obleas negras.

El duque, inquieto, la observaba con atención por debajo de sus párpados medio caídos, mordiendo con impaciencia el cigarro. No puede ser dijo al cabo gravemente la señora. ¿Que no puede ser? ¿Y por qué? replicó con viveza incorporándose un poco en la butaca. Porque yo pienso en dejar por heredera de lo que tenga, poco o mucho, a tu hija. Así se lo he prometido ya.

Abandonados desde hace muchos años por las familias que los fundaron, unos estan ya medio caidos, otros amenazando ruina, los mas invadidos por la tristeza y el silencio. Del que suponen haber pertenecido al Gran Capitan no queda ya mas que una portada; de otros no menos notables han desaparecido hasta los restos.

Era más de mediodía. El cielo, de un gris blanquecino, amenazaba con más nieve. La luz de interminable crepúsculo reflejábase en la blancura con tonos lívidos. Maltrana caminaba desalentado, con los brazos caídos, sin saber adónde dirigirse. Su voluntad desplomábase, vencida, falta de fuerza para luchar: quería morir.

El príncipe oyó fragmentos de sus comentarios: «Un pobre que vivía milagrosamente... La más leve emoción... Esa mujer...» Más allá del grupo correteaban los guardias del jardín transmitiéndose órdenes. Habían aparecido los bomberos, aquellos bomberos que, según el rumor público, se filtraban mágicamente á través de los muros del Casino para llevarse á los jugadores caídos en las salas.

Escuchábame ella pensativa. Su animación y su ardor para defenderse habían desaparecido. Los párpados caídos me ocultaban sus ojos y una expresión de indecible tristeza ensombrecía su linda cara. La languidez de toda su persona, de su talle inclinado, de sus manos abandonadas, hacíala infinitamente interesante. Tomé una de aquellas manos, inertes en la falda, y la oprimí contra mis labios.

Miró Sol a Lucía, como preguntándole; a Lucía, que estaba en pie al lado de la cama, duros los labios y los brazos caídos. Juan llamaba a la puerta en este instante, y el médico lo entró en el cuarto, de la mano. Venga a decirme si no es locura pensar que corre riesgo esta linda niña y con los ojos, desdecía el médico sus palabras . Pero es indispensable que la enfermita vea el campo.

Del piquete de fusilamiento se destacó un cabo con un revólver en la diestra. «El golpe de graciaSus pies se detuvieron al borde del charco de sangre que se iba formando en torno de la ejecutada. Frunciendo los labios, entornando los ojos, se inclinó sobre ella, al mismo tiempo que con el extremo del cañón levantaba los rizos caídos sobre una de sus orejas.

Los Febrer marchan desde hace años por tales caminos, que nada de ellos puede sorprenderme. Jaime adivinaba en los ojos y la voz de su tía un goce reprimido, la voluptuosidad de la venganza, la alegría de ver caídos a sus enemigos en lo que consideraba una deshonra, y esto le irritó. Y si me caso dijo imitando la frialdad de doña Juana , ¿puedo contar con usted? ¿Vendrá usted a mi boda?

Algunos claros permitían ver a través de las ramas las murallas de la reducida ciudad, el minarete de una mezquita, la cúpula de un marabut, y en lo alto la enorme masa del Atlas, verde en su base, nevada en la cima, como cubierta de blancas pieles, con cabrilleos, con la blancura de copos caídos.

Palabra del Dia

bagani

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