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Actualizado: 3 de junio de 2025
Los más desalmados aventureros y los menos favorecidos de la suerte, acudían a Tiburcio, esperando por su medio ganarse la voluntad de Morsamor y embelesados por lo pronto por el alegre carácter, burlas y chistes de aquel doncel atrevido.
«¡Si no te largas, de la patada que te doy...!». Fue tras ella; pero Papitos se puso a salvo. Parecía que volaba. Desde el fondo del pasillo, en la puerta de la cocina, repetía sus burlas, haciendo con las manos gestos de mico. Volvió él a su cuarto muy incomodado y a poco entró ella otra vez. «¿Qué buscas aquí?». Vengo a por la lámpara para aviarla...
Estos cuadros y todos los que adornaban al Casino eran objeto de las burlas de Miguel. Algunos resultaban aceptables; los más parecían viejísimos, á pesar de que no tenían más de cuarenta años, pero con una vejez sin nobleza, lo mismo que si hubiesen pasado sobre ellos varios siglos de desprecio y olvido. Atilio explicaba á su modo la presencia de tales lienzos.
No siempre lo peor es cierto. Gustos y disgustos son no más que imaginación. Dicha y desdicha del nombre. Manos blancas no ofenden. El escondido y la tapada. Cada uno para sí. La desdicha de la voz. Antes que todo es mi dama. Los tres afectos de amor. El pintor de su deshonra. No hay burlas con el amor. Dar tiempo al tiempo. ¡Fuego de Dios en el querer bien! La cisma de Ingalaterra.
Movido el boticario por su espíritu malicioso, e impulsados los demás por el odio y envidia de sus mujeres, respondían, si no con buen discurso, con desvergüenzas y con burlas a cuanto don Pascual alegaba.
El paso del toro por cerca de la barrera, con su hocico babeante y el cuello erizado de espadas, provocaba una explosión de burlas e insultos. ¡Es la Dolorosa! decían. Otros comparaban al animal con un acerico lleno de alfileres. ¡Ladrón! ¡Mal torero! Algunos, más soeces, persistían en sus injurias al sexo de Gallardo, cambiándole de nombre. ¡Juanita! ¡No te pierdas!
Mucho sentiré que crea usted, y más aún que crea la gente, si llega a publicarse esta carta, que el tono festivo en que está redactada redunda en perjuicio y descrédito de la primera obra de usted que ha visto la luz pública en un volumen. No me perdonaría yo, y calificaría de pésimo gusto, el propósito de responder con burlas a quien candorosamente me pide consejos.
Iba por aquel tiempo con Pepe a todas partes, y venía mucho a comer con nosotros, un amigote sayo que entre burlas y veras, pero poniéndose muy serio solía decirme: «¡Ay, Enriqueta, si yo tuviese fortuna, qué vida tan distinta haría usted!» Yo nunca le contestaba... Era uno de esos hombres a quienes se siente no haber conocido antes... La imagen de la dicha que llega tarde.
Una sensación de orgullo y de triunfo se mezclaba ahora con la alegría del primer instante. Pensó en su situación. Don Marcos había guardado silencio después del duelo, y él, influenciado por la soledad, se entregaba al desaliento, creyéndose objeto de las burlas de todos. Ahora veía claro. Alicia deseaba volver á él, sintiendo un nuevo interés por su persona.
¡Quién sabe dónde hubieran ido los dislates, burlas y taravillas del soldado Moyano del Cigarral, si D. Lope no le hubiese levantado con el mayor afecto, abrazándole y conmenzándole a hablar de sus pasadas peregrinaciones y aventuras!
Palabra del Dia
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