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Actualizado: 29 de junio de 2025


Recordaba sus menores palabras y se las repetía complacientemente, como nos gusta oler de vez en cuando la rosa que hemos arrancado al paso. Cuando le vio aparecer en el encuadramiento de las cortinas del salón, Camila Liénard dejó precipitadamente el bordado en que trabajaba; brillaron sus ojos y una rápida oleada de rubor coloreó sus mejillas. ¡Bienvenido, señor Delaberge! dijo.

Los ojos del narrador brillaron con una luz de demencia al evocar sus recuerdos. Un amigo mío, un muchacho de mi tierra continuó, suspirando , acababa de apartarse de para ver mejor al sumergible, y se colocó precisamente en el lugar de la explosión... Desapareció de pronto, como si lo hubiesen borrado.

Saludo á los hombres con varonil altivez y se inclinó ante la «señora marquesa», besándole una mano. Los ojos de ella brillaron con una sorpresa irónica. Todo lo de Pirovani la hacía sonreir. Pero acabó por agradecer esta transformación realizada en su honor, y acogió al contratista con grandes muestras de afecto, haciéndole sentar á su lado.

Fueron más arriba, abrazaron de una vez la extensa y sombría fachada de la gran casa solariega que, avezada a los golpes del huracán, dormía grave y desdeñosa bajo la intemperie. Contemplola larga, atentamente. Sus ojos brillaron con un fuego de gozo místico. Era la mirada del apóstol, ávida, tierna, clemente. Tal debió ser la expresión que reflejaron los ojos de San Pedro a la vista de Roma.

Los ojos sangrientos de Plutón brillaron con gozo malicioso. Luego se acercaron un poco más á las jóvenes, Joyana hacia Flora, Plutón hacia Demetria. Y haciéndose una seña se arrojaron de improviso sobre ellas sujetándolas fuertemente y aplicando al mismo tiempo sonoros y lúbricos besos en sus mejillas.

Y la luna, ¿no es verdad? exclamó el duque con impaciencia . Le creía a usted, doctor, hombre de más talento y de más vista. ¡Coche! ¡casa! ¡buena alimentación! ¡Vaya usted a buscarme todo eso y se lo daré! El doctor respondió sin inmutarse: Ya se lo traigo a usted, señor duque, y no tiene usted más que tomarlo. Los ojos del duque brillaron como los de un gato en la obscuridad.

¡Oh Ester! exclamó Arturo Dimmesdale cuyos ojos brillaron un momento, para perder el fulgor inmediatamente, á influjos del entusiasmo de aquella mujer, ¡oh Ester! estás hablando de emprender la carrera á un hombre cuyas rodillas vacilan y tiemblan. ¡Yo tengo que morir aquí!

Este conocimiento exacto de Calderón de los dramáticos, que, durante su juventud, brillaron en los teatros de España, no es supuesto, como pudiera creerse, sino que consta, con pruebas sólidas y claras, de las mismas obras suyas, que examinaremos después.

Las hojas de acero brillaron y se cruzaron gallardamente. Breve fué la lucha: Espronceda, cuya naturaleza estaba aniquilada por su vida de vértigo, cayó en tierra herido de un sablazo. Y así se dió fin a este episodio raro, pintoresco y triste, que era bien digno de la rima.

Los trompones, los bombardinos, los cornetines de pistón cuya voz armoniosa tantas mazurkas habían cantado en el seno de la paz, trasformados repentinamente en instrumentos de guerra, brillaron siniestros a la luz de las antorchas. El tricornio del teniente cayó vergonzosamente al suelo a impulso de uno de ellos. Lo recoge.

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